“…¿Por qué no unirnos y por qué si ya se unieron el fusil y el evangelio en las manos de Camilo?…”
Dispersos – Ana y Jaime (fragmento)
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El 15 de febrero pasado, algunos medios registraron la conmemoración de los 51 años de la muerte de Camilo Torres “el cura guerrillero”. Esta podría ser una fecha altamente recordada o simplemente un día más para guardar en el rincón del olvido.
Un país que empezaba una década de violencia política, necesitaba de un polémico personaje en el campo espiritual, que aunque no tuviera la experticia empuñando armas, mantuviera firme su fe y logrará unir la revolución con ciertos dogmas religiosos. Influencias primarias del máximo revolucionario que ha dado la humanidad: Jesucristo.
La revolución por arte y efecto
Los años 60’s, época de grandes movimientos sociales, políticos y artísticos, dejó un fuerte impacto en el pueblo colombiano. Tiempo en que parte de la comunidad católica y miles de personas, creyeron en un cambio en pro de la igualdad social. Década de sueños de libertad marcada por una opresión que en la actualidad se mantiene disfrazada.
Musicalmente llegaba un fenómeno que, aunque sin la fuerza torrencial percibida en Europa y Norteamérica, permitía que se fueran acoplando las primeras notas del rock and roll nacional. Se crea el Frente Nacional en Medellín, un proyecto con marcaje empresarial que más allá de mitigar la violencia, buscaba estratégicamente mantener en el poder los apellidos más prestigiosos de la clase política. Mientras tanto el Arte Moderno iba cobrando importancia, dado que por primera vez miles de personas tenían la oportunidad de percibir en los museos, diversidad de obras que marcaban trascendentalmente la memoria histórica del país.
La iniciación del místico personaje
Jorge Camilo Torres Restrepo nacido en Bogotá el 3 de febrero de 1929. Cuna de familia acomodada, burguesa y liberal. Se gradúo del Liceo Cervantes en 1946. Estudió un semestre de Derecho en la Universidad Nacional de Colombia, deserta e ingresa al Seminario Conciliar de Bogotá a pesar de la oposición de sus padres. Se ordena como sacerdote en 1954 y oficia su primera misa en la capilla del mismo liceo en donde se graduó como bachiller. En el tránsito por el seminario mostró su preocupación e inquietud por causas sociales, viendo las soluciones desde un enfoque cristiano.
En 1958 se graduó como sociólogo en la Universidad Católica de Lovaina, influenciado vorazmente por el entramado socio-político y económico que se acrecentaba en Colombia con las clases políticas tradicionales. Es así como en 1959 fue nombrado capellán de la Universidad Nacional de Colombia donde se iba fortaleciendo el pensamiento marxista y la revolución cubana, que iban buscando espacio político en Colombia.
Camilo se acercó a los jóvenes universitarios, impulsó labores sociales y estudios en áreas marginadas y barrios populares de Bogotá. Siendo capellán promovió algunas de las reformas del Concilio Vaticano, como lo fue oficiar la misa frente a los feligreses y no de espaldas como era la tradición, al igual que el uso del idioma español y no el latín. Siendo aún capellán, en 1960 fundó, junto a Orlando Fals Borda, la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional en donde estuvo vinculado como profesor.
Las diferencias suscitadas entre las autoridades eclesiásticas, civiles y líderes políticos de la clase política tradicional, represores de la protesta social, frente a las posturas de Camilo, empujó al sacerdote a vislumbrar un cambio social en donde se debía trabajar junto a socialistas y marxistas.
Entre los años de 1961 y 1965 se iban presentando problemáticas de represión del Estado e injusticias frente a la sociedad civil. Parte de dichos sucesos fortalece las guerrillas del partido comunista y generá el nacimiento del Ejército de Liberación Nacional (ELN) inspirados por la Revolución Cubana. Es entonces cuando el Padre Camilo hace frente a su posición política y crea el Frente Unido, plataforma que busca unificar los diversos movimientos populares, revolucionarios y de oposición. Sin embargo, su encause accionario se vería truncado por la oposición del clérigo, el Cárdenal Luis Concha Córdoba era fuerte opositor a los ideales de Camilo y fue quien propició la destitución del mismo como capellán, como académico y en los campos administrativos de la Universidad Nacional de Colombia.
Guerrillero por 110 días y una eternidad en la memoria del pueblo
El 15 de febrero de 1966 Jorge Camilo Torres Restrepo es dado de baja en combate en Patiocemento, Santander: Con su ignorancia guerrerista, con el traje verde que se adaptó a su cuerpo y a sus ideales, murió con la esperanza de ver un pueblo sin indiferencia, con cristianos amando al pueblo, con un iglesia renovada y revolucionada ante tanta sangre derramada frente a la injusticia y en nombre de lo sagrado.
Es importante precisar que las ideas del cura guerrillero dejaron un camino trazado a los teólogos de la liberación en América Latina; siendo Camilo uno de los precursores de dicho movimiento en Colombia y el primer sacerdote activo en un grupo subversivo. Su muerte no sólo impactó a nivel nacional, por el contrario, el ícono del cura guerrillero fue conocido en el mundo y referente activo en los movimientos sociales de los jóvenes cristianos de la época.
Isabel Restrepo Gaviria no estuvo de acuerdo en que se ordenara como sacerdote (pues no profesaba dicha religión), también estuvo acongojada al saber que su hijo hacia parte de las filas del ELN. Ella lo educó como un libre pensador, siempre dijo que había nacido para grandes causas, pero no debío haber muerto como un NN.
Nombrar a Camilo Torres, reseñarlo y rotularlo como “El cura guerrillero” es un error fatal, desde allí se desdibuja su rol cómo sociólogo, investigador, docente, líder político y sacerdote. Camilo fue un cúmulo de virtudes al servicio, de contradicciones que fueron factibles al acercar el marxismo al cristianismo y generar ese pasaje primordial de la fe en tiempos de represión.
Camilo en el arte
Indiscutiblemente el arte permite generar crítica, comunicar estéticamente, romper las barreras del tiempo y acercar un pensamiento a otros individuos. El caso de Camilo Torres no podía ser indiferente ante diversos artístas y movimientos.
Desde Alejandro Obregón con su expresionismo en la obra titulada: Homenaje a Camilo (Acrílico sobre madera, 1968), pasando por las melodías de Victor Jara, Chavela Vargas, Carlos Puebla, Ana y Jaime, entre otros artístas; demuestran vivencialmente que Camilo no ha muerto, Camilo está en todos, en el pueblo, en los niños, en los cristianos coherentes, en las mujeres, en los jóvenes universitarios y en todos aquellos que sueñan y viven por un cambio real.
Alejandro Obregón. Homenaje a Camilo.
Acrílico sobre madera, 1968.
Lo canta Victor Jara:
Y cuando ellos bajaron por su fusil,
se encontraron que el pueblo tiene cien mil.
Cien mil Camilos prontos a combatir,
Camilo Torres muere para vivir.
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Por otra parte, el teatro de la Candelaria de Bogotá, desde el 2016 ha venido rindiendo un febril homenaje a Camilo en con el montaje de una obra que lleva su mismo nombre, dirigida por Patricia Ariza, permitiendo que los asistentes a dicha función se impregnen del alma de Camilo, que lo sientan en su papel como sacerdote, académico, ideólogo, investigador, revolucionario, pero ante todo, como ser humano. Una obra representada con vibraciones musicales, discursos poéticos y llantos que hacen temblar hasta el cuerpo más frío e insensible.
Obra de teatro “Camilo”.
Conmemoración de los 50 años de la muerte de Camilo Torres,
Teatro la Candelaria 2016-2017
No se podría terminar este artículo sin indagar el pensamiento de un sacerdote frente a Camilo Torres. Hace dos semanas, en una especial tertulia en la Academia Urantia con Luis Fernando Daza, sacerdote experto en Angeología y Demonología perteneciente a la comunidad Domus Dei, al indagar sobre su pensamiento ante la influencia de Camilo Torres, opto por responder: sólo le contestaré lo que dijo mi madre Ana Daza, socióloga, no creyente, en el momento en que decidí ser sacerdote: -“Deje huella en el mundo para que los dolores de mi parto tengan un sentido”.
Este artículo se escribió mientras se escuchaban canciones como: “A quien engañas abuelo”, “Cruz de luz”, “Dispersos”, “El campesino embejucao”, “El retorno de José Dolores”, “Soñando con el abuelo”. La música de nuestra revolución, el rock del pueblo, porque Camilo muere para vivir.
No se necesita ser guerrillero par ser revolucionario; no se necesitan las armas para cambiar el mundo. La revolución que trajo Jesucristo: Ama a tu prójimo como a ti mismo, Ama a tu enemigo y ruega por los que te odian y persiguen. Suena ridículo, pío, beatorro, pero esa fue la revolución que trajo Jesús: La del amor. Y el amor no mata, no asesina, antes bien prefiere dar la vida antes de quitarla y a quien se la quita solo dice: perdonalos porque no saben lo que hace.
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