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Jorge Camargo TovarPor: Jorge Camargo

Lo que por años se había convertido en el símbolo de la “viveza” y la corrupción en Bogotá, llegó a su fin. De acuerdo con el anuncio realizado por la Alcaldía de Bogotá, para el mes de agosto se van a remplazar los taxímetros por tabletas que permitirán calcular el valor del recorrido desde el inicio del viaje, es decir, los usuarios tendrán la posibilidad de cotizar el costo del servicio y así mismo ajustar su bolsillo, sin someterse a cobros excesivos y evitar el riesgo de un “robo continuado”, como se tipifica el delito del llamado “muñeco”, modalidad en la cual se altera el funcionamiento del taxímetro para que marque un mayor valor.

Sería ingenuo creer que solo remplazando los taxímetros por tabletas se va a solucionar la problemática, pues existen factores de fondo que aún quedan por resolver como la agresividad, imprudencia al conducir, música que supera los decibeles, y la inseguridad. Sin embargo, con la implementación de las tabletas, seguramente se pondrán en marcha otras estrategias de localización, calificación del servicio y evaluación del conductor o el vehículo.

En esa lógica, con la llegada de la plataforma Uber a Colombia, los taxistas en principio se sintieron desplazados por los usuarios a la hora de solicitar transporte y hasta amenazados debido a la notoria diferencia entre las tarifas y la calidad del servicio prestado, por tanto, en respuesta, algunos conductores se agremiaron y apelaron a la violencia para exigir su prohibición. No obstante, si bien Uber es una plataforma que está en competencia directa con el gremio de los taxis y se disputan el mismo mercado, la acogida que tuvo Uber entre los ciudadanos, ha permitido que los amarillos replanten varios aspectos relacionados con la calidad del servicio y el estado de los vehículos, entre otras estrategias para hacer frente a las nuevas tecnologías de la información.

Aplicaciones como Uber y Cabify suponen grandes retos para el servicio de taxi tradicional en Bogotá, que a su vez, terminan beneficiando a los taxistas en general porque crea un sistema de incentivos basado en la libre competencia, donde el mejor se impone. Claro está, el Gobierno Nacional se encuentra en mora de reglamentar dichas plataformas que en la actualidad se bandean en la delgada línea de la ilegalidad y la legitimidad.

En contraste, la noticia que anunció la Alcaldía de Bogotá de desmontar los taxímetros, es una forma acertada de darle proyección al oficio del taxista que con la apertura tecnológica se estaba quedando rezagado. De tal manera, esto se podría considerar como una apuesta de la administración distrital para evitar que los taxistas bogotanos pierdan vigencia, aunado a una estrategia para fortalecer la  confianza o percepción de seguridad de la ciudadanía frente a los taxis, donde a diario cientos de incautos eran sometidos a pagar elevadas tarifas por cuenta de la deshonestidad (el muñeco).

Adicionalmente, se amplía la oferta, dado que ahora un usuario podrá escoger entre el tradicional servicio básico o un servicio de lujo, es decir, vehículos más modernos y confortables.

Solo resta que líderes gremiales del taxismo, como Uldarico Peña y Hugo Ospina, comprendan la ventana de oportunidad y el salvavidas que dicha medida representa para los taxistas, pues genera valor agregado y competitividad, sin olvidar que el Gobierno aún está en la necesidad de expedir una reglamentación para plataformas como Uber y Cabify, entre otras tantas que ya existen y seguramente entrarán a operar a Colombia en el mediano plazo.

Twitter: @jorgecamargo92

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