Por: Juan David Escobar Cubides
El nuevo gobierno cuenta con un plan de desarrollo ambicioso en materia social, económica y fiscal. Sus tres pilares fundamentales de campaña- equidad, legalidad y emprendimiento- se verán posiblemente reflejados en cada uno de los programas propuestos. La intención, según lo descrito por el presidente Duque, es obtener un sistema tributario pro-empleo, pro-inversión, pro-productividad y pro-competitividad. Para lograr dicho cometido es necesario contar con unas finanzas solventes que logren respaldar el funcionamiento de cada una de las propuestas planteadas.
La lógica económica nos enseña que las dos vías con las que cuenta un Gobierno para obtener dinero y mejorar el déficit fiscal y presupuestario son dos: la primera es a través del incremento de impuestos a los empresarios y la segunda es través del consumo. Sobre la primera vía concluimos que la misma es retardataria y negativa por cuanto incrementarles la carga impositiva a las empresas es un golpe para la producción, rentabilidad y progreso de la sociedad, pues son los empresarios quienes generan empleo y riqueza. De esta manera, cuando soportan tributos encumbrados disminuye la capacidad de estos para contratar a más personas, invertir en materia prima e insumos y emprender en nuevos proyectos económicos. Por ende, se ven obligados a cerrar sus establecimientos de comercio, a despedir personal y, a disminuir salarios, además, en algunos eventos finalizan incurriendo en la ilegalidad por consecuencia de la evasión. Sin dejar de mencionar que, cuando se trata de empresas multinacionales aquellas toman la infortunada decisión de irse del país ya que por ningún motivo les resulta rentable quedarse.
Por el contrario, sobre la segunda vía concluimos una política progresista e innovadora para reactivar la economía por cuanto el consumo genera necesariamente recaudo de impuestos, como, por ejemplo, el IVA. Sabemos que cuando los ciudadanos salen a cenar, a mercar, a comprar una prenda de vestir, entre muchas otras cosas, se recauda este impuesto que, para efectos de sanear nuestras finanzas en la actualidad cuenta con una tarifa necesaria del 19%.
Ahora bien, ¿Cuál es el plan del nuevo gobierno?
Disminuir las tasas impositivas a los grandes, medianos y pequeños empresarios bajo la intención y condición de que estos inviertan más, se motiven a invertir, generen más empleos y mejoren sustancialmente las condiciones salariales y prestacionales de los trabajadores. Así aumentamos nuestra productividad, se contratan a más personas y combatimos la tasa de informalidad equivalente en la actualidad al 48%. Además, incentivamos ese consumo necesario que genera mayor oferta y demanda que, indefectiblemente también atrae capitales e inversionistas extranjeros. Asimismo, se pretende equilibrar las cargas frente al impuesto de renta que, es de los más costosos y pagan de manera exorbitante los empresarios con un 85%.
Tenemos claro que necesitamos recaudar impuestos y para ello contamos con el consumo necesario y obligatorio de todos los ciudadanos. En principio, puede ser una medida contraccionista pero necesaria para cumplir los fines propuestos. Además, es importante mencionar que dicho recaudo será destinado para los más pobres a través de la devolución para diversos programas sociales. Por tanto, es una medida positiva. Así las cosas, todos seremos beneficiados porque la clase media o trabajadora contará con mejores salarios ofrecidos por aquellos empresarios vigorosos que, gozan de sus actividades económicas al mantener unas cargas impositivas mesuradas.
Por otra parte, si la clase media se encuentra beneficiada con mejores salarios no encontramos problema al gravar los productos básicos de la canasta familiar con el IVA, pues algunos se encuentran exentos y ello ocasiona una perdida anual equivalente al 14% del PIB que se traduce entre 41 billones y 75 billones de pesos.
La economía nos dice que cuando se reduce la carga impositiva a las empresas y la actividad de explotación económica es próspera, las utilidades inexorablemente se disparan abruptamente. Y, el efecto de ello es positivo toda vez que las empresas comienzan a contratar a más personas para cumplir con la oferta y satisfacer la demanda. Asimismo, suben los salarios de los trabajadores y es ello lo que incrementa el poder adquisitivo necesario de la clase media para consumir más y correlativamente pagar el IVA destinado a los ciudadanos de escasos recursos.
Comprendamos así nos duela, que la nueva reforma es un menester patriótico, puesto que no hay otra vía para reactivar la economía sin entrar en inflación. Hagamos el esfuerzo ya que a gran escala vale la pena, pues seremos un país próspero en materia fiscal y económica.
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