Los 800.000 millones de pesos anuales que costaba el programa obligan a un debate rápido y oportuno para reinvertir esos recursos.
En días pasados un artículo de la revista Semana llamó mi atención. Se trataba de una lista de “tareas” pendientes que el gobierno tiene con la educación. La cobertura rural, una administración más eficiente y la preparación de los docentes son algunos de los principales retos que enfrenta el nuevo gobierno para mejorar la calidad de la educación pública. Básicamente hacía una lista de elementos a tener en cuenta para optimizar las millonarias cifras del presupuesto público invertidas en este sector.
El tema es bastante pertinente si tenemos en cuenta que la culminación del programa de Ser Pilo Paga nos obliga con urgencia a pensar en cómo vamos a administrar los recursos, es decir, 800 mil millones de pesos anuales asignados. Su inversión debe ser organizada, efectiva y estructurada. Por lo menos el 50% de ese dinero debería invertirse en las universidades públicas de cada región. Si bien es cierto que este año por primera vez Colombia destinó más presupuesto para la educación que para el Ministerio de Defensa pasando de 20,8 billones en 2010 a 37,5 en 2018, hace falta una administración eficiente para asegurar que cada peso de ese millonario presupuesto, sirva para mejorar la calidad de la educación pública en el país desde las regiones.
Para esto es necesario identificar falencias y organizar prioridades. Por ejemplo, es necesario analizar la relación existente entre cobertura y calidad. Pienso que la cobertura es importante pero no debe descuidarse la calidad de la educación. Es decir, nada se hace con aumentar las cifras de niños matriculados en colegios públicos si estos no están obteniendo educación de calidad. No se trata de aumentar el número de bachilleres en los lugares apartados del país, sino que éstos cuenten con las competencias básicas para desempeñarse en cualquier centro educativo superior y convertirse en profesionales ó técnicos competentes el día de mañana.
Por otro lado, hay que fortalecer a los docentes, deben ser expertos en lo que enseñan. Es inconcebible que el 50% de los docentes que enseñan inglés en escuelas públicas apenas lleguen al nivel intermedio de dominio del idioma. Nuestros docentes no solo deben ser profesionales con una preparación óptima sino con condiciones laborales dignas que los motiven y les permitan concentrarse en su labor.
Claro está que la calidad de la educación pública depende de otros problemas que también deben solucionarse. Por ejemplo, hay que fortalecer la infraestructura para que las condiciones de acceso a los centros educativos no sean una barrera. En las zonas rurales de Colombia hay varios casos donde tanto docentes como estudiantes enfrentan un gran obstáculo en este sentido puesto deben dictar y recibir clases en condiciones deplorables. Hay niños que en un mismo día deben caminar kilómetros entre su hogar y la escuela. Además, la alimentación es otro aspecto que va de la mano con la educación puesto que un niño desnutrido no se encuentra en condiciones para rendir académicamente.
La tarea no es fácil, pero se puede lograr. Hay mucho por debatir respecto a los temas mencionados y las decisiones deben tomarse con cabeza fría pensando en el beneficio de nuestros niños y jóvenes. Lo importante es que hoy en día todos tenemos el mismo pensamiento: la educación es la piedra angular sobre la que edificamos el país de mañana y por ella trabajaremos.
Twitter: @ErasmoZB
Comentarios