El 2019 fue un año en el que el Gobierno nacional tuvo que vivir una marcha cada dos días, un año en el que la oposición decidió demostrar su inconformismo en la calle. Vale aclarar que están en todo su derecho y que la protesta social pacífica siempre será bienvenida. Pero, ¿no es acaso la finalidad de las protestas, en la mayoría de los casos, que el pueblo logre ser escuchado? Esto ya está ocurrriendo.
El Gobierno nacional se sentó a dialogar con los promotores del paro, con los estudiantes, con los jóvenes y con otros sectores que querían ser escuchados y tomados en cuenta. Algunos de los resultados son:
- Se ha buscado acelerar la reforma al Icetex y un plan de alivios económicos que beneficiaría a 120 mil estudiantes.
- Reactivación de Consejos de Juventud.
- Decreto 2365 de 2019 que obliga a las entidades del Estado a destinar un 10% de su contratación a jóvenes sin experiencia laboral.
- Programa de jóvenes veedores de los recursos de la universidad pública.
- 1 billón de pesos destinados a vías terciarias en zonas rurales del país.
- Firma del acuerdo de Escazú.
Si ya están en la mesa sus peticiones ¿por qué van a seguir parando? Algunos no lo consideran así, tuve la oportunidad de hablar con un joven del partido liberal que asistió a la mesa de jóvenes con el presidente Duque, le pregunté si después de esa conversación iba a dejar el paro y me dijo que no, que seguiría parando porque el Gobierno nacional no había solucionado el problema económico del país y que hasta que eso no sucediera, el seguiría en las calles.
Está más que claro que los problemas estructurales del país no se van a solucionar en una mesa de conversación nacional. Pero debemos reconocer que es un paso necesario sentarse a hablar, a escuchar, a proponer y a avanzar. No es solo una la conversación la que debe darse, este es un proceso en el que en varias ocasiones las partes deben sentarse para hablar, pero lo más importante: para solucionar. Esto requiere del esfuerzo y del compromiso del Gobierno de Duque y de la ciudadanía.
Hasta el momento ambas partes han mostrado el compromiso, las marchas son cada vez menos concurridas y eso solo nos demuestra que los ciudadanos están cansados de ‘parar’. Falta mucho camino por andar, pero si seguimos esperando que el Estado nos solucione la vida, ahí nos vamos a quedar. La invitación es a los pocos que siguen tomándose las calles, y en ocasiones de manera violenta, a qué cambien el escenario y el método. Ya pararon, es hora de dialogar y de hacer algo distinto. Entiendan que la mayoría de ciudadanos no quiere ‘parar’, sino avanzar.
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