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Por: Albita Neira

En las civilizaciones del Oriente, los jardines sagrados eran construidos y mantenidos por los reyes. No había distinción entre religión y política, y los reyes funcionaban como el vínculo entre lo humano y lo divino.

Parece que la historia de la creación que encontramos en el libro del Génesis tomó elementos de tradiciones religiosas asociadas con la realeza. Quizás Adán simbolizaba al rey de la historia y a su lado Eva, su nombre en hebreo significa “la que entrega la vida”, su compañera idónea, la primera mujer de la creación que reflejaba la perfección divina.

Parte del hermoso plan de Dios era ser creados a imagen y semejanza como hombre y mujer, pero leyendo una y otra vez el libro anteriormente citado, y hoy con una perspectiva y un estado de conciencia evolucionado, encuentro relatos que cuentan la manera de concebir la vida y las relaciones humanas en lo que a la mujer se refiere. 

En primer lugar, según una de las versiones de este primer libro de la Biblia, nuestro origen no solo es posterior a la existencia del hombre en la tierra, sino que además nuestra existencia deriva de él. “Entonces Yahveh Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió, quitándole una de sus costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Yahveh Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: ‘Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada». (Gen 2, 21-23).

Aquí en estas líneas ya se puede apreciar que varón y hembra no son creados igualitariamente, sino que la segunda procede del primero. Por otra parte, si seguimos leyendo el relato, nuestros ojos pueden ver otro elemento clave como es el hecho que la mujer no tiene sentido por sí misma, sino que ya se le impone una función que debe desempeñar respecto al hombre: para que este no esté solo. “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”. (Gen 22,18). 

Si bien es cierto que también dice “por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne”, ello no impide entrever que la mujer no aparece con una finalidad propia, por sí misma, sino en cuanto sirve de compañía al varón. 

Con esto, ya podríamos entrar en un profundo debate sobre si nos encontramos ante alguien que se parece más a un objeto (servil), en vez de frente a un sujeto que tiene sentido, autonomía y valor por sí misma.

Varios enigmas se pueden plantear en este sentido, por ejemplo: ¿Qué hacer con la mujer que no cumple la misión de servir de ayuda y de apoyo al varón, en todas las facetas que podamos imaginar, ya que su misión es precisamente esa? 

Si continuamos con la lectura del libro (Gen 3,6) observamos que, dentro del estilo narrativo que se utiliza, aparece, precisamente, la mujer como la culpable, pues es la incitante de la pérdida de aquel estado idílico de eterna felicidad en el paraíso y cómo esta malvada Eva dio de comer del fruto prohibido a su marido el inocente Adán; por tanto, la culpa de todos los males que le vinieron desde entonces a aquel hombre y, por ende, a toda la humanidad posterior, no tenían otro origen que la mujer.

Una mujer que se dejó llevar por sus deseos instintivos más genuinos, en vez de por la capacidad de pensar, seguirá siendo hoy en pleno siglo XXI la crítica de hombres y mujeres porque nosotras somos las primeras en el mal hábito de atacarnos entre nosotras mismas.

Por último, si bien es verdad que Yahvé impone un castigo a los tres protagonistas de esta historia (serpiente, varón y hembra), no es menos cierto que a la mujer se lo incrementa; por una parte, teniendo que parir con dolor y, por otra, viéndose obligada a “apetecer al marido” (no así al revés), y a sufrir el dominio que este ejercerá sobre ella. Si lo observamos detenidamente, nos daremos cuenta rápidamente de que ambas cosas son fuertemente humillantes. «A la mujer le dijo: Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará». (Gen 3,14-17).

Así las cosas, en el diccionario la palabra sumisa se va desdibujando. Es claro que hoy, en pleno siglo XXI, hemos evolucionado y la mujer poco a poco ha roto los techos de cristal.

En Colombia corría el año 1930 y una Eva llamada Georgina Fletcher Espinosa, escritora, educadora y artista, española radicada en nuestro país; promovió los derechos civiles de las mujeres, en especial el derecho a la educación y al trabajo.Es considerada como la referente en el punto de partida del feminismo colombiano de principios del siglo XX. Una hermosa Eva que plasmó entre líneas «la mísera condición de la mujer a través de los siglos».

La emergencia del pensamiento feminista inaugura una visión contrahegemónica del mundo, una visión contra la dominación patriarcal, así el feminismo propugna un cambio en las relaciones sociales que conduzca a la liberación de la mujer y también al varón a través de eliminar las jerarquías y las desigualdades entre los sexos. Las nuevas generaciones nacieron en una Colombia donde las mujeres pueden votar, ir a la universidad, divorciarse, trabajar, tener propiedades y aspirar a cargos de elección popular. Un repaso histórico de esas mujeres que dieron la pelea para abrir puertas y oportunidades a un género que durante muchos años fue invisible en Colombia.

Gabriela Peláez Echeverri, Ángela Restrepo, Margarita Villaquirá, Débora Arango, Betsabé Espinal, un repaso histórico de estas mujeres que dieron la pelea para abrir puertas y oportunidades a un género que durante muchos años fue invisible en Colombia. Esos movimientos feministas han logrado grandes cambios legales, sociales y culturales. Y aunque todavía falta mucho por hacer, vale la pena conocer lo que ha conseguido con siglos de trabajo persistente. 

Así encontramos mujeres como Fabrina Acosta Contreras, nieta de Rita Contreras, una leyenda quien el 27 de Julio del 2021 dejó este plano terrenal a sus 109 años. Nuestra “Eva” Fabrina es escritora e investigadora guajira, psicóloga, magíster en estudios de género, magíster en Gestión de Organizaciones y Especialista en Alta Gerencia, creadora de la Asociación “Evas&Adanes”.

Ella, enfocada en temas de género y derechos de las mujeres, así como las causas por la Guajira, es autora de los libros “Mujer Sin Receta: Sin Contraindicaciones para hombres”, “De esas costumbres que hay en mi tierra: una mirada a los imaginarios sociales de la violencia de género” y “Evas culpables, Adanes inocentes”, un proyecto literario enfocado en desnaturalizar todas las formas de violencias ejercidas históricamente por acciones propias del machismo para que hombres y mujeres logren coexistir desde la igualdad, trabajando en las construcción de la Guajira.

En próximos días, escribiré otras líneas para contarles cuáles son los avances desde la creación hasta la fecha en materia de equidad de género.  

Twitter: @Albita_Mariposa

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