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Con la idealización que le hacemos al trabajo pasa algo parecido que con los conceptos que la cultura nos forja sobre el amor o sobre la libertad: son ideas tan machacadas por la cursilería romántica y por los intereses corporativos que ya casi ni siquiera somos capaces de discernir las definiciones sensatas de lo que es un vulgar embuste para vendernos una gaseosa. Con respecto al trabajo, hemos sido criados con frases de cajón que parecen máximas traídas al mundo por algún gurú del éxito pero que no son más que trampas que no nos dejan salir de un pequeño esquema mental de producción y consumo que anula completamente virtudes como el ocio y la creatividad.

Aquí les presento algunas de estas ideas que, pienso yo, debemos replantear como sociedad para progresar colectivamente, si saben de otras, les agradezco que me las cuenten.

No hay trabajo indigno

Falso. Sí hay trabajo indigno y no me refiero a ser zapatero o vendedor de verduras, que son oficios dignos y hasta inspiradores, me refiero a aquellos trabajos en donde los empleadores tratan a sus empleados como a esclavos modernos: les hacen contratos miserables, no les pagan lo justo, los explotan incluso sábados y domingos, no les pagan seguridad social ni les consignan a tiempo sus cesantías, les prohíben cualquier tipo de esparcimiento y son inhumanos en el trato. Tristemente empresas y patrones así abundan en Colombia, pero el empleado promedio, que necesita del puesto y del salario indigno, no tiene mayor margen de maniobra.

Trabajar bajo presión es una cualidad

Ha hecho carrera esa idea absurda de que un buen empleado debe ser excelente bajo presión. Hombre, al menos que usted sea policía, bombero o rescatista, trabajar bajo presión no sólo es malo para el ambiente laboral sino para su propia salud. Una empresa que busca gente así demuestra que no tiene control sobre sus procesos, que empodera más de la cuenta a los mandos medios y que no trata de la mejor manera a sus empleados. Adicionalmente, habría que preguntarse qué tan productivo es un empleado que constantemente está siendo acosado por sus jefes.

«El trabajo aleja de nosotros tres grandes vicios: el aburrimiento, el vicio y la necesidad»

No voy a ponerme a descalificar a Voltaire, autor de esta frase, pero sí vale la pena aclarar que sus palabras de aristócrata del siglo XVIII están muy lejos de poder adaptarse a nuestro contexto. Aquí el trabajo suele causar tanto aburrimiento que la quejadera de la gente los domingos se oye hasta en la luna. Los que trabajan mucho pueden sufrir de sociopatías graves y otros, como nosotros los docentes, somos clientes frecuentes de psicólogos y psiquiatras.

Y por otro lado está la necesidad: al contrario de lo que dice Voltaire, yo creo que el trabajo, piedra angular del capitalismo, no hace más que crear necesidades que lo justifiquen. Los ciudadanos del siglo XXI no somos seres humanos, somos consumidores, y para cumplir nuestro sueño de tener, pues debemos producir: a mayor sacrificio de horarios y de libertades, más honda vamos a sentir la falsa sensación de satisfacción cuando compramos un carro o cuando nos vamos de paseo, estamos condenados a vivir para el trabajo y estamos tan ocupados trabajando que ni siquiera somos conscientes de ello.

Si no trabajas eres un vago

La frase favorita de abuelas y de profesores anquilosados. La verdad es que las personas que están llamadas a cambiar el mundo no viven trabajando ocho horas al día para una empresa ni esperan un cheque al final del mes para pagar las deudas que han adquirido por comprar cosas que en realidad no necesitan. Los casos de éxito son los de aquellos que le dedican tiempo a la creatividad y para eso se necesita de mucho tiempo libre para pensar, para cultivar talentos, para salirse de la estructuras sociales a las que estamos amarrados. Si no puedes desarrollarte como ser humano sin contar con un trabajo que te sirva de lastre, consíguete un trabajo que te haga feliz, que te haga mejor persona y que te permita ayudar a los demás, pero ten cuenta que un trabajo así requiere de preparación y de tiempo para encontrarlo. Antes de aceptar un trabajo que no te guste ni te sirva, recuerda esta frase de Wilde: “el trabajo es el refugio de los que no tienen nada que hacer”.

El único lugar en que el éxito viene antes que el trabajo es en el diccionario

Esa era la frase favorita de un jefe que tuve hace varios años. Claro, lo que no le decía a sus empleados es que cuando hablaba del éxito se refería al éxito de los dueños de la empresa, que casi nunca iban a trabajar, y cuando hablaba del trabajo se refería al de las hormigas obreras, anónimas y prescindibles. En realidad, si bien la disciplina es muy importante, hace falta talento y creatividad para ser exitoso, tanto es así que, curiosamente, los productos que más se venden actualmente son los que suplen la idea del trabajo fuerte por la del trabajo pragmático e inteligente, o si no pregúntenle a los dueños de Virgin, Microsoft o Apple. En otras palabras, mayor trabajo no significa en absoluto mayor posibilidad de éxito.

El trabajo en sí mismo no produce nada más que cansancio y frustración, si comprendemos esta sencilla idea, podríamos empezar a construir una sociedad más feliz y eficiente.

Comentarios y madrazos a @andresburgosb en Twitter.

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