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Un provocador que ayuda a sacar de un letargo tirano y pernicioso a sus conciudadanos, un promotor de lectura es un provocador.

 

Por: Luis Bernardo Yepes Osorio*

 

Ser promotor de lectura es una suerte de prodigio que no se sabe

porque mandato del destino nos tocó. Es para afortunados, para

quienes encontramos una razón a nuestras vidas porque vimos su

utilidad social al descubrir que con este oficio, hacemos añicos a la

ignorancia y sacamos de un letargo tirano y pernicioso a nuestros

conciudadanos.

Pendulamos en un constante dar y recibir. Es un noble oficio basado

en la generosidad, en la entrega de sentidos para que otros

encuentren la razón y la comprensión en sus actuaciones, para que

quienes se sirven de nosotros se hagan libres, menos esclavos de

dogmas y fanatismos, para que se hagan a criterios propios. Por eso

alguna vez escribí que somos, entre otras cosas, promotores de

sentidos. Y promover el sentido en las personas, es casi tanto como

promover su libertad.

Pero lo más hermoso es lo que recibimos. Recibimos literatura,

recibimos conocimiento. Me detengo en la literatura. La literatura es

arte, es decir que tenemos un puerto de llegada en el arte. El arte es la

expresión de lo sublime, de lo bello. Lo bello logra el milagro de

hacernos detener, nos invita a la contemplación y de esta manera

conseguimos el sosiego: disposición clave para llegar a la creación, a

la solución de problemas, más ahora, en los apresurados y convulsos

tiempos de esta incansable y afanada sociedad, que no para un

instante y que Byung-Chul Han llama la del cansancio, aquella

sociedad que ya no requiere ni de amos, porque nosotros nos hemos

convertido en nuestros propios y despiadados amos, y las

herramientas en unos grilletes que van siempre con nosotros como

maldición divina.

En medio de esta locura de humanidad, somos sin duda unos hijos

afortunados de la creación, pues tenemos la dicha de contar con una

herramienta de trabajo llamada lectura, es más, en algunos casos

también empleamos la escritura, ese fascinante instrumento que erige

inventos que van modelando el mundo, pero que también lo van

destruyendo…, en fin. Para pensar en todas estas cosas, para

encontrarnos alrededor de estas reflexiones, es que llevamos diez

años convocándolos la Alcaldía de Medellín y Comfenalco Antioquia,

queridos promotores de lectura pura sangre. Y lo hemos hecho en

esta ciudad, cuna de la bibliotecología y apasionada por las bibliotecas

públicas, laboratorios democráticos para poner a prueba, en tono

incluyente, la fuerza de la lectura. Están pues invitados a encontrarse

una vez más, justamente el año en el que más cerca estamos de

fundir fusiles y sembrar los campos de tomates y astromelias. Es

cuestión de no desfallecer, es cuestión de entregar lectura y no

entregar el pundonor. Es resumidas cuentas, es cuestión de no

entregarnos como putas en celo a los endiosados amos de la guerra.

 

Saludo leído por Yepes al comienzo del 10° Encuentro Nacional de Promotores de Lectura, una década de voces y experiencias, celebrado en Medellín entre el 20 y 21 de octubre.

 

*Luis Bernardo Yepes es autor del libro No soy un gangster, soy un promotor de lectura.

Lea también: Libros provocadores, ¿censura o mesura?

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