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¿Es verdad que existe la inspiración? ¿Las musas existen? Creo que sí, creo que existen, pero también estoy convencido de que hay que salir a buscarlas, y luego sentarse, clavar los codos y trabajar para seducirlas.

Escribir tiene los mismos cuatro pasos que cualquier proceso creativo: es decir, hay que prepararse, relajarse, iluminarse y ejecutar. Otros especialistas hablan de: saturación, incubación, inspiración y desarrollo, cuatro palabras que vienen a ser lo mismo.

Lo primero que hay que hacer para lograr esa inspiración, y escribir sobre un tema, es leer variado libro y artículo, consultar videos y escuchar entrevistas. Si se va a escribir, digamos, una historia romántica, entonces se deberán leer historias de Romeos y Julietas. También es importante consultar los conceptos y las ideas. Es lo que los teóricos de la creatividad llaman preparación, pero a mí me gusta más saturación. El gran poeta romántico inglés, William Blake, escribió en su libro El matrimonio del cielo y el infierno, que “el camino del exceso lleva al palacio de la sabiduría”. Por eso es importante saturarse sobre lo que se quiere escribir. Para las crónicas, por ejemplo, las de inmersión, hay que visitar el lugar, conversar con los personajes, compartir con ellos. Esta etapa, no siempre es fácil cuando, en algunos casos, hay que visitar lugares peligrosos y conversar con gente que no tiene las mejores intenciones.

Luego de la preparación, de la saturación, hay que dejar descansar la mente, y poner a trabajar el inconsciente. El proceso se llama incubación. Entonces se deja de pensar en el tema y se hacen otras cosas, se conversa con los amigos, se toma café, se mira para el techo, se respira con hondura, se hacen listas, notas locas, rayas crespas y lisas que se quisieran colar en la creación. Se anotan ocurrencias, se trazan mapas, se proponen títulos, se hacen dibujos. Todo esto de manera libre y despreocupada. Este paso debe ser muy tranquilo, sin presión, porque si bien allí está el germen del trabajo, muchas de las ideas son solo un pasatiempo.

Estando en este proceso llega la inspiración, el chispazo, el destello, la voz de los dioses, la llegada de las musas. Por su propia naturaleza se encuentran fuera de nuestro control. Llegan en cualquier momento, por lo mismo hay que estar trabajando cuando lo hagan. La inspiración se presenta en forma de argumento del cuento o de la novela. El título, el primer párrafo o el final. Lo normal es que, si hay disciplina en la saturación y en la incubación, la inspiración sucede más pronto. Es decir, cuando se están intentando algunas parrafadas, o se experimenta con alguna figura retórica, con ejercicios de estilo, entonces se acelera la llegada de las musas, y el escritor sigue digitando, trabajando, y ve las imágenes, ve actuar a sus personajes, siente la tensión del relato, y exprime el cerebro, tratando de llevar la historia de manera coherente. En este punto, ya estamos en la cuarta etapa del proceso creativo: la ejecución. Entonces nos sentimos bien trabajando, escribiendo, desarrollando las ideas.

¿Usted me pregunta si creo en las musas? Por supuesto que creo, y este escrito es prueba de ello.

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