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“Uno nunca puede estar seguro de lo que debe hacer y jamás tendrá la certeza de que ha hecho lo correcto”.

Zygmunt Bauman

 

 

Tal vez de lo que se trata es de que todo nos importe pero que nada nos afecte, porque la delgada línea entre guardar el equilibrio y hacer equilibrismo, se borra a cada rato. Vivimos presos de los miedos, porque sentir la libertad es algo que pocos logran ya que la mayoría terminamos por creer que la independencia está simplemente en el hecho absurdo de poder cambiar de dueños.

Los niños de hoy ya no pueden salir tranquilos a la calle, los niños de hoy ya no se raspan las rodillas sino que se dañan el túnel del carpo, los niños de hoy ya no se ríen a carcajadas sino que se encierran en sus cuartos a chatear. Desde la escuela y la familia, vamos llenando el bulto que cargamos cada día. De pequeñas cosas, de pequeños miedos, de pequeños odios, de pequeños lastres y terminamos por creer que lo importante está en las cosas y por eso atesoramos baratijas, coleccionamos fruslerías, amontonamos naderías. Nos hemos vuelto acumuladores de basura, coleccionistas de bazofia porque nos hemos creído el cuento de que lo importante es parecer y hacer creer, como dicen los mercaderes de hoy en día.

Perdemos el pelo, perdemos la memoria y perdemos también la perspectiva porque cosas que antes veíamos con agrado, hoy nos molestan sobremanera. Ya no soportamos el ruido, ni el movimiento permanente de la pierna del vecino al ver una película. Nuestro nivel de tolerancia baja a cada día. No nos gusta el frío, ni el calor, ni los buses llenos, ni las filas, ni los tumultos. Nuestros temores cambian porque si en la juventud perdimos el miedo, en la edad adulta lo volvimos a encontrar.

Vivir del aire también es una pose porque la abstención y la abstinencia es un lujo reservado para santos y chamanes y porque hasta los ermitaños terminan pidiendo una pizza a domicilio. Por eso, a veces llega el momento de preferir el humor al chiste, el amor al sexo, la amistad que la algarabía, la sabiduría que el conocimiento, la maratón que la velocidad, la alegría que la histeria, la seguridad que la policía, el abismo que el vacío, la verdad que las disculpas, la solidaridad que la lástima, la justicia que la ley, los tratos que los negocios, la espiritualidad que la religión, la nutrición que la llenura, la comodidad que la moda, los perdones que los permisos, los sentimientos que las ceremonias. Podrán caerse las tetas o los parpados, pero no la dignidad. A esta edad, se nos van acabando las razones para que nos amen y solamente va quedando lo que somos, que es lo que verdaderamente debería contar. Ya no vale lo que tenemos o lo que decimos, sino lo que somos y lo que sabemos.

La vida no es más que un camino hacia la muerte, para unos más corto, para otros más largo, para algunos más suave y por eso cada quien escoge su equipaje. Viajar cargado de bultos y maletas es una opción que a muchos gusta y enloquece y como los sueños eróticos es algo que cada quien disfruta a su manera. Otros, deciden viajar liviano y leves, poniendo cada cosa en su lugar, viviendo cada día y sin pensar en el mañana, porque todo les importa pero nada los afecta.

En la vida y en el kamasutra lo importante es saber elegir la posición ya que finalmente muchas veces la decisión más radical es ser flexible .

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