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En esa época ningún niño se pedía ser Lev Yashin. Primero porque era arquero y en ese entonces, los únicos que se pedían ese puesto eran los gordos o los negados para el fútbol y segundo, porque era ruso en plena Guerra Fría.

Hoy sería una estrella del tamaño de Buffon o de Neuer, jugaría en el PSG o el Real Madrid y seguro, seguro, confundiría a María Fernanda Cabal sobre si era ruso o de la antigua Unión Soviética. Se daría la mano con Putin y estaría casado con una modelo de senos envidiables.

Lev Ivánovich Yashin, fue un futbolista ruso, considerado por la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol, algo así como el Instituto Caro y Cuervo de ese deporte, como el mejor arquero del siglo XX. No en vano fue campeón olímpico en 1956, Balón de Oro, campeón de la Eurocopa en 1960, participó en cuatro mundiales y logró cerca de 8 títulos de liga con el Dinamo de Moscú, su único club a lo largo de su carrera de cerca de 20 años.

Bien podría haber sido uno de los hermanos Karamazov o un malvado espía ruso de película de acción o de novela de Jhon le Carré, o un émulo de Yurí Gagarin, el cosmonauta ruso, pero escogió el fútbol, ser arquero y vestirse de negro. Casi, casi, termina de arbitro, pero la suerte quiso que se dedicará a evitarle sufrimientos a los hinchas de su equipo. Ágil, con el pelo engominado y pantaloneta cerca de las tetillas, Yashin pronto se convirtió en una leyenda interminable, tanto que esta semana el artista Igor Gurovich lo escogió como motivo principal del póster del Mundial de Futbol de Rusia 2018.

Su facilidad para volar de palo a palo, le valió el apodo de “La araña negra”, araña que la vio ídem por cuenta de 11 colombianos en el Mundial de Chile, que le metieron 4 goles, uno de ellos en un arepazo monumental surgido de los pies de Marcos Coll, que tiene en su haber el ser el único futbolista en marcar un gol olímpico en un mundial de fútbol. Yashin en consecuencia, ostenta el honor contrario: ser el único arquero al que se lo han metido. En Barranquilla mucho ron para celebrarlo y en Moscú mucho vodka para olvidarlo.

Si Yashin jugara hoy, tampoco los niños se pedirían ser él, tal vez porque los niños ya no salen al parque a jugar o porque para ellos solamente será una figurita más del álbum de Panini.

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