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No suelo ser un tipo respetuoso ni cortés. Lo que me falta de mundo me sobra de calle. Por eso, cuando veo a Iván (y le digo Iván a secas, aceptando el hecho que  él ha querido mostrarse como uno más de nosotros, con sus canitas pintadas, sus pulseras hippies, sus poses y sus sombreros) diciendo que para aliviar un poco el déficit fiscal reducirá su esquema de seguridad, no puedo dejar de pensar en esos niños buenos que al ver la angustia de sus padres porque no hay para el arriendo o para media librita de hueso poroso, rompen su marranito de barro para ayudar con sus monedas a la alicaída economía familiar.
 
Tierno que diga que para aliviar el déficit fiscal va a reducir su esquema de seguridad. Tierno.
 
Con Iván me pasa, no sé a ustedes, que no lo asimilo como la persona que nos guía, el líder que nos va a llevar a la otra orilla. Al principio pensé que era el guayabo pos electoral. Luego quise creer que era mi bronca a Uribe, no porque yo sea de izquierda, porque lo más cercano que tengo a esa forma de ver la vida es una hermana zurda, el recuerdo nostálgico de Miguel Ángel Converti y un suegro que alguna vez participó de lejos en una pedrea, sino porque me maman las personas  que se creen inevitables e irremplazables. Pero no. Hoy tengo la convicción que en la Casa de Nariño no hay nadie. O tal vez Copperfield. O tal vez Houdini. O tal vez David Mccallum, el famoso Hombre Invisible .
 
De Iván solamente he visto su cara de niño bien izando la bandera el día que se posesionó, mientras que Macías en su papel de sapo del salón se dedicaba a hablar bien y a echarle flores al prefecto de disciplina. Luego lo vimos en su faceta más humana, con su homologo de Honduras cuando lo atacó una urgencia estomacal y debió correr despavorido para evitar una vergüenza mayor. Quién puede negar que con el Papa se vio muy bien, fashion, cute, como dicen las gomelas, casi tierno al lado de Francisco, de la esposa, de los niños, de la suegra, de Jorge Mario (Eastman, no Bergoglio), y de Julito, por supuesto. Luego lo he visto en un concierto de Carlos Vives, en una charla con Maluma, pero cuando me preocupé de verás fue esta semana cuando Nairo lo regañó,porque si un tipo buena persona como Nairo lo regaña a uno, es porque la cosa se está poniendo complicada.
Si a uno lo regaña un tipo como Nairo, es que la cosa se está poniendo complicada
 
Pero bien, si algo hay que reconocerle a Iván es que ha logrado lo que nadie en mucho tiempo: unir al país. Pero en su contra, porque de la Ley de financiamiento mejor ni hablar, ya que cada día más se  parece  a Juan Charrasqueado a quien solamente su madre lo recordaba con cariño. Uribe lo sabotea a su mejor estilo: por la espalda y en las sombras. Carrasquilla no aparece, los gremios la aborrecen, los trabajadores patalean. La izquierda le dice que no, la derecha también y los del centro, pues son del centro. Al final terminará cediendo. O tal vez no, como esos pisapasito que un día se rebelan, nos da la sorpresa y terminamos todos como papa en tenedor.
 
Como dije desde el principio, no soy ni respetuoso ni cortés. Por eso le pido  a Iván que me perdone. O por lo menos que aparezca…

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