Para un tipo como yo, tímido y huraño, triste y pesimista y que de repeso, nunca aprendió a bailar, escribir ha sido la única forma viable de vivir.
Escribir me salvó, porque pude articular mi voz, porque pude decir, porque pude maldecir y muchas veces mal decir, entendiendo que al fin y al cabo, nunca se acaba de aprender.
A través de la escritura, he podido expresar lo que siento y lo que pienso. Lo bueno y lo malo, que no son más que perspectivas. Y he podido hablar de mis sueños y mis miedos, de mis amores y mis pequeños odios, de esa rabia contenida cuando me mienten y me engañan. Por eso, escribo, tanto para llegar, como para irme.
Si no hubiera escrito, tal vez aún sería virgen
Escribir es un poco lo que soy. Tengo la idea y la firme convicción, que si no hubiera escrito, aún sería virgen y por eso estoy seguro que los orgasmos que he tenido, me los he ganado a punta de comas y diptongos.
Escribo tal y como veo la vida, con rabia y con deseo, con humor y con sarcasmo, con miedo y con dulzura, con tristeza y esperanza y por eso, paso de lo banal y lo pandito, a lo profundo y complicado. Tal vez pocos lo entienden, pero un tipo solitario como yo, no podría esperar nada distinto. Al fin y al cabo, sé bien que me quieren muchos más de los que creo y muchos menos de los que me gustaría.
Escribo cada día como una forma de practicar el kintsugi japonés, el arte de embellecer lo roto, porque entre palabra y frase, entre prefijos y sufijos, entre adjetivos y adverbios, voy cosiendo y remendando los huecos que aún poseo.
Me quieren muchos más de los que creo y muchos menos de lo que me gustaría
Escribo, pero no intento convencer a nadie, porque creo que como dice Saramago, “convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro”, y porque además no creo ser ejemplo de nada ni para nadie. Escribo y digo, como un náufrago en medio de una ciudad abarrotada, lanzando cada tanto, botellitas al mar, con la esperanza que alguien, tal vez, algún día, las recoja, las lea y las interprete a su manera.
En fin, escribo porque cada cual se salva como quiere. O como puede…
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Don Mauri es dequefóbico y escritor biche. A veces lo leo, pero es un desastre. Relea sus columnas.
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