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¡Habemus fútbol femenino! ¡Habemus campeonas! Hace falta tener valentía e ingenio para meterse de lleno en este proyecto en un país que, para su gran desgracia, tiene una cultura claramente machista. Pero, sin que eso fuera obstáculo, 18 equipos se lanzaron al agua en la que nadie había nadado y tuvieron éxito. La vuelta de la final del torneo no fue ajena al mundo, pues asistieron 33’327 espectadores, convirtiéndose en la segunda mayor asistencia a nivel de clubes femeninos de fútbol en el planeta. Las nacientes Leonas de Santa Fe fueron las primeras campeonas, como en su época, por allá por 1948, el equipo masculino de la misma institución, y su hinchada, como la de otros equipos del torneo, demostró que este fútbol también despierta pasiones y vale la pena ver y apoyar.

El proyecto demostró que no hace falta tener ‘huevos’ para jugar bien al fútbol. Sí, es verdad, el nivel del fútbol femenino en Colombia no es como el masculino, pero eso no se debe a una inferioridad genética, sino a los años de ventaja que le lleva una categoría a la otra. Lo visto durante este semestre es apenas una muestra del potencial femenino y, a medida que se acople el proyecto, los equipos se consolidarán, generarán mayor ingreso, explotarán mejor los talentos y propondrán planteamientos tácticos como los que muestran las selecciones femeninas de Estados Unidos, Japón y Alemania. La diferencia anatómica (única división de donde parte mi definición de ambos sexos) es clara, pero eso no vuelve inferiores a unos sobre otros en temas deportivos. Cada cuerpo tiene lo suyo, sea del sexo que sea, así que lo mejor es dejar que el talento reciba su dosis de entrenamiento y trabajo, y ver cómo se desarrolla en la cancha.

El que no crea que unas mujeres puedan dar un espectáculo futbolístico de calidad, que vea la final del mundial femenino de Canadá 2015. En dicho partido, las norteamericanas demostraron un gran estudio táctico del rival, Japón, y aprovecharon la debilidad nipona en las jugadas paradas, dejando un marcador 5-2 para la historia. Carli Lloyd (actual mejor jugadora para la FIFA) firmó el primer hat-trick de una mujer en una final de mundial y su tercer gol, desde la mitad de la cancha, fue nominado al Puskas de ese año. Para anotar ese tanto, Lloyd recibió un balón recuperado, se acercó al círculo central y notó algo que no muchos de los presentes habían visto: la arquera japonesa, Ayumi Kaihori, no estaba bien posicionada. No lo pensó dos veces y, con la puntería que solo un crack tiene, puso la pelota justo a la altura necesaria para que la mano de Kaihori apenas pudiera acariciarla, sin detenerla. Muchos jugadores hombres son incapaces de lograr algo así.

Pero, más allá del espectáculo, aplaudo este proyecto por las mismas razones por las que me gusta el fútbol. Este deporte, bien presentado y bien practicado, profesa unos valores dignos de apoyo y permite explotar el talento de aquella persona que lo tiene. No siempre es así, y cada vez que se ensucia me duele, pero es lo que, como bloguero y periodista deportivo, busco en el fútbol. Por eso destaco cuando una idea es profesional y está bien organizada. Ésta, en particular, permite que las mujeres también puedan entrar en el mapa. Además, la liga femenina es un golpe en la mesa para acabar con los mitos y estereotipos que se han creado en el deporte. Es una lección de tolerancia y un avance para el país que otros sectores no han dado nunca. Es, además, un paso en el camino para limpiar el fútbol y dejarlo como lo que en verdad debe ser: un espectáculo y, en inolvidables ocasiones, un arte.

Así que a disfrutar del torneo de mujeres. Si su equipo juega, apóyelo, es la misma camiseta y la misma institución. Si su equipo no juega todavía, presione para que lo haga. Sin ser hincha de Santa Fe ni de otros equipos que apoyaron el proyecto, aplaudo su iniciativa y a su afición por darle al deporte y al país una enseñanza valiosa. Esperemos que trascienda.

 

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