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Los dos están a años luz de Neymar que, incrédulo y confiado, creyó en verano que la corona del mejor le llegaría sin mayor esfuerzo.

Mucho se podrá discutir del traspaso de Neymar Jr. al Paris Saint Germain. Eso sí, está claro que el brasileño cambio de aires con el objetivo de ser el mejor del mundo. Tan mala suerte tiene Ney que le toca luchar ese puesto con dos jugadores que se encuentran por encima de cualquier otro. Cristiano Ronaldo y Lionel Messi demostraron en estos octavos de final de la Champions League, una vez más, que no basta con talento, sino que se necesita disciplina y seriedad para estar en los momentos decisivos que definen quién es el mejor.

Por su lado, Cristiano está en una temporada irregular, pero sus mejores momentos los ha tenido en los partidos europeos. Lleva 11 goles en la presente Champions y ha anotado en los ocho partidos que ha disputado en esta competición. Además de eso, desde que inició 2018, el portugués ha hecho las veces de capitán, rescatando puntos en la liga española (cruciales para clasificar a Champions) y animando a una plantilla que en diciembre se daba por muerta. En el cruce de octavos contra el PSG, fue insistente en los ataques y, como es usual en él, se exigió al máximo para mejorar jugada a jugada. CR7 pasará a la historia como un futbolista juicioso, trabajador y luchador, razón por la que sus compañeros le admiran. Es un ejemplo de cómo tomarse enserio la carrera de deportista. Puede no ser el jugador fantasía, pero nadie maneja el arte goleador como él y eso es gracias al arduo trabajo y a la mentalidad que tiene.

Lionel Messi puede no ganarle a Cristiano en trabajo, pero es el jugador prodigio en temas grupales. En los últimos 15 años, es difícil encontrar alguien con las capacidades motrices y mentales del D10S. Sin embargo, Messi no ha usado esos poderes para ganar premios individuales (al menos no como objetivo principal), sino para conseguir los títulos que valen de verdad en el fútbol: los grupales. Sumando todo lo que ha ganado en el Barcelona, Lionel ya cuenta con 32 trofeos de equipo. Eso se debe a que su juego afecta positivamente a sus compañeros, pues un balón que pasa por Messi nunca es un mal balón. Con el tiempo ha aprendido a distribuir, no solo goles, sino juego. Así fue contra el Chelsea esta semana. La Pulga marcó todo los compases del partido, anotó dos golazos y creó uno sorteando las piernas rivales. Dolerá verlo partir cuando cuelgue las botas.

A diferencia de los dos mejores jugadores de los últimos 20 años, Neymar no destaca en nada de lo anterior. Tiene mucho talento, pero eso no lo hace más especial que jugadores como Eden Hazard, Kevin De Bruyne o Wuilker Faríñez. No es el más disciplinado o el ejemplo de trabajo (como Cristiano), pues sale a rumbear cada vez que puede desde que llegó a Paris, pasea por Europa cuando debe entrenar y no ha logrado ganarse el respeto del vestuario del PSG. Se lesionó solo y de forma amateur. Doblarse el tobillo es sinónimo de mal calentamiento y falta de trabajo físico. Tampoco es un jugador que mejore a su equipo cada vez que toca el balón. Es un crack con la pelota, pero muchas veces elige mal o conduce demasiado. Hubiera aprendido de Messi si se hubiera quedado en Barcelona, así como el argentino lo aprendió de jugadores como Andrés Iniesta y Xavi Hernández, pero el brasileño quiso madurar muy rápido.

Lo dije en verano, Neymar es Ícaro. Quiere llegar a lo más alto de forma inoportuna y eso hará que se caiga. Llegará al Mundial, torneo que es un arma de doble filo. Callará bocas si lo gana, pero será condenado si no rinde. Si Neymar hace una mala copa después de su lesión, nadie querrá pagar 400 millones de euros por él y pasará otra temporada en la liga francesa, que no tiene nada que enseñarle. ¿Qué sería de Neymar si se hubiera quedado en Barcelona?

Lean mi último artículo en Hablaelbalón: Las 4 conclusiones del fin de semana

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