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El fútbol colombiano vuelve en 2021 con los mismos problemas. Desde la incertidumbre de la liga femenina hasta la permanencia de Jesurún, nada cambia.

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Poco de nuevo tiene este año. Con el puente de Reyes llegó el segundo pico de la pandemia en Colombia y, por lo menos en Bogotá, las calles recuerdan a marzo. Guardadas las proporciones, la situación del fútbol colombiano también muestra señales de repetición. La Dimayor y la Federación Colombiana de Fútbol nos regalan varias razones para ser pesimistas con el 2021.

La planeación de la liga femenina, como siempre, brilla por su ausencia. Esta vez, es difícil encontrar excusas. Hay patrocinadores, el Ministerio del Deporte va a entregar fondos para financiar el torneo, varios equipos tienen el plantel armado y tanto jugadoras como un sector importante de la prensa presionan para que la competencia se realice. Sin embargo, en el calendario de torneos de la Dimayor 2021 solo aparece aquello relacionado con el fútbol masculino. Para este ya conocemos todas las fechas de la liga, mientras que con la competencia femenina no sabemos ni siquiera quiénes la jugaran. ¿Vamos a tener de nuevo una pobre y mal armada liga de cuatro meses?

La competencia masculina tampoco está exenta de malos tratos. El show de 2020 acabó con la desaparición del Cúcuta Deportivo por las payasadas del entonces presidente, José Augusto Cadena. La Dimayor nunca se preocupó por la falta de pagos a sus trabajadores. El ente solo apareció para desafiliar al Cúcuta y entregar la ficha vacante a Cadena para que la llene con otro club. Más al norte, según denunció la Asociación de Futbolistas Profesionales de Colombia (Acolfutpro), el Unión Magdalena estaría imponiendo a los jugadores entregar la representación deportiva Juan José Bellini Joseph para firmar contrato laboral. La Asociación denuncia actos como estos casi a diario, pero nada cambia.

También surgieron conflictos con las acreditaciones de la prensa para los torneos de este año. La Dimayor, por el momento, solo se las dará a Win Sports y argumenta su decisión en las medidas sanitarias actuales, que permiten un aforo muy pequeño en los estadios. Las normas impuestas a raíz de la pandemia son entendibles, pero es difícil creer que el ente no podía administrar mejor las cartas para garantizar la entrada de varios medios sin aumentar el número de ingresos a los estadios. Suena a excusa.

Dicho eso, si hablamos de la Dimayor, por lo menos no hablamos de un ente con un presidente sancionado por la Superintendencia de Industria y Comercio como consecuencia de actos anticompetitivos. Esa situación corresponde a la Federación del Fútbol Colombiano. Ramón Jesurún, presidente, y Álvaro González, vicepresidente, mandan en nuestro fútbol a pesar de incumplir con las normas. Además de eso, su proyecto con Carlos Queiroz salió mal y a seis meses de la Copa América 2021, que jugaremos en casa, Colombia no tiene seleccionador. Reinaldo Rueda está cerca de firmar con Jesurún y amigos, pero la negociación, como sucedió tras la salida de José Néstor Pékerman, se ha demorado demasiado.

Esa es la oferta del año en el fútbol colombiano. Para una novela no pinta mal, pero si hablamos de una situación real, lo bueno sería tener una organización seria. Entre 2014 y 2016, la Selección Colombia quedó quinta en un Mundial y dos clubes locales ganaron torneos internacionales (Santa Fe levantó la Sudamericana en 2015 y Nacional la Libertadores en 2016). De ahí en adelante y salvando el decente Mundial de 2018, poco podemos decir del fútbol colombiano. Este año parece ser más de lo mismo.

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