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El denominador común en estos vehículos es la caja automática de 8 velocidades de ZF, una de las mejores del mundo.

ZF es un proveedor de autopartes y alta ingeniería para el mundo de los autos, de hecho es el segundo más poderoso en el mundo después de la también alemana Bosch y entre cientos de componentes le vende la maravillosa caja automática de 8 velocidades, a los fabricantes sujetos de éste artículo. ¿Por qué es tan buena?  Tener más velocidades hace que el motor caiga menos de revoluciones y se mantenga en la zona de óptimo rendimiento lo que los hace más rápidos, parcos en el consumo y menos contaminantes.

Las de 10 cambios con que innovaron Ford y Chevrolet recientemente, cajas que desarrollaron en conjunto y que impulsan a muchos de sus modelos actuales, deberían ser superiores y aunque son muy buenas, no llegan a la excelencia. ¿Cuál es la razón? La ZF de 8 es superior (Alfa Romeo también la monta), porque eliminó el defecto más importante de las automáticas con convertidor de torque: el resbalamiento en el momento de arrancar.

Esa sensación, que venía en descenso, dejaba la impresión de que el vehículo no respondía en el primer instante en que se pisaba el acelerador, era una especie de pérdida en el pique. Estructuralmente, su arquitectura es fantástica porque es más corta que una de 6 cambios y siendo más compleja pesa casi 3 kilos menos.

La versatilidad de su tamaño, la reducción de pérdidas internas por fricción, el bajo peso y la confiabilidad, además del torque que soporta (en mayor proporción que algunas de doble embrague automático)  le permite ser instalada en camionetas de trabajo como las Ram de Chrysler, en deportivos bestiales como el BMW M5 con más de 600 caballos, en el finísimo Rolls Royce Phantom donde nada se siente, o en la Jeep Cherokee Trackhawk.

¿Motivos adicionales que la hacen referencia? Ejecuta los cambios de velocidad con más rapidez incluso que las de doble embrague automático del grupo Volkswagen referencia en algunos de sus modelos, es muy inteligente para seleccionar el cambio adecuado según la posición del acelerador  y no estar además »brincando» entre marchas;  ante la necesidad de bajar un cambio cuando se hunde más el acelerador, el tiempo de cambio es casi instantáneo.

Gracias también en parte a la impecable programación (afinada por cada una de las automotrices en sus respectivos autos según requerimientos) cambia con mayor suavidad, donde la operación en tráfico o maniobras de estacionamiento no transmite los suaves jaloneos o vibraciones presentes en las de doble embrague comandado automáticamente: las DSG del grupo VW (Volkswagen, Skoda, Audi, Seat,) las Powershift de Ford y las EDC de Renault.

Las cajas automáticas actuales, por lo general, tienen cada vez más motivos de peso para impulsar la extinción de las mecánicas que están vivas como oferta en pocos modelos de cierto tamaño y precio hacia arriba ante la exigencia de los afiebrados que las solicitan para sentirse al mando total en la conducción, para sentir el acople del embrague, el recorrido de la palanca, para una conducción que involucre más al conductor, aquella que entrega un manejo más placentero.

Al final, con autos tan rápidos como los actuales donde cambiar manualmente todo el tiempo subiendo o bajando cambios a la larga resulta fatigante, e imposible en muchos, las cajas automáticas modernas opacan cada día más los entusiastas argumentos que mantienen a flote a las manuales.

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@MASERAGRANTURI

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