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Recuerdo que no hace muchos años, se anunciaba con preocupación una crisis en el periodismo y en los medios de comunicación. Se pronosticaba, con pánico, que la llegada de las nuevas tecnologías haría a la prensa innecesaria y que probablemente desaparecería.

Hoy, amenazada por la censura y enfrentada al autoritarismo, atraviesa uno de sus mayores retos y nos hace conscientes de su poder y su responsabilidad para transformar la sociedad.

Nunca había sido tan evidente el papel de la libertad de prensa para consolidar una democracia. La posición que han tomado algunos medios informativos frente a la intimidación de quienes son más poderosos, reafirma que la prensa es, sin duda, uno de los pilares de una sociedad pluralista y democrática.

Obsesionado por la imagen que los medios de comunicación proyectan de él, el nuevo presidente norteamericano se ha dado a la tarea de declararles la guerra. Para él parece ser inconcebible que haya quienes desaprueben su gestión y se atrevan a criticarlo, “Soy un buen tipo”, “Yo no soy el malo”, explica en una rueda de prensa, tratando de conciliar su deteriorada relación con los reporteros estadounidenses.

A esa prensa escéptica de sus medidas, que se atreve a cuestionarlo y a verificar la veracidad de sus afirmaciones, se le debe el crédito por haber expuesto ya varias de las contradicciones que suele incorporar en su discurso.

Al estar en una posición de autoridad, como la presidencia de los Estados Unidos, este mandatario tiene una enorme responsabilidad con la ciudadanía, no sólo de su país sino del mundo. Por eso es tan preocupante que sus intervenciones estén cargadas de inconsistencias.

Un caso similar, pero mucho más grave, es el del presidente venezolano, quien, con sus intervenciones, nos permite deducir que poco respeta a la opinión pública y a aquellos que difieren de sus ideas. No sólo se ha ensañado con la prensa desde hace varios años, sino que ha llegado a la censura informática y al cierre de canales de televisión.

En esta dinámica actual, todos los actores de la sociedad debemos reafirmar, más que nunca, nuestra relación respetuosa y equitativa de lado y lado con la prensa.

Los generadores de opinión pública deben promover un discurso responsable y veraz; los productores de noticias, como creadores de la realidad mediática, tienen la tarea de verificar y presentar la información con profundidad y rigor, para que, finalmente, los ciudadanos tengamos los elementos de juicio para asimilar, analizar, contrastar y comprender la realidad.

No es exclusiva de los periodistas la misión de formarse en competencias de análisis e interpretación. Es un ejercicio que concierne a toda la sociedad. Riesgos como el consumo y diseminación de noticias falsas o el efecto de “cámara de eco” (en el que solamente leemos y compartimos información que valida nuestra forma de ver el mundo), hacen necesaria una reflexión sobre nuestra relación con los medios de comunicación.

Como la prensa se encuentra en el ojo del huracán, es fácil validar una narrativa que la idealice: “Víctima de tiranos”, “Poseedora de la verdad”. Sin embargo, no olvidemos que nunca debe sustraerse a la crítica y al análisis por parte de las audiencias. Al fin y al cabo, es una industria que se soporta en la controversia y, desde luego, en el rating.

@FDavilaL

Fernando Dávila Ladrón De Guevara

Rector Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano

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