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Bogotá – Colombia. Como hace muchos años no se vivía en Bogotá se vivió
el ambiente predio de corrida grande. El aviso de no hay boletas, en
«hormigueo» de gente por los alrededores, un cartel de mucha resonancia
y una ganadería que el año anterior tuvo el mejor toro de la temporada,
todo se hecho al traste por culpa de Alhama.
En horas de la ya se vivía en torno a plaza de la capital colombiana un ambiente de embrujo, el aviso de no hay boletas se colgó desde muy temprano, aunque sea dicha la verdad, boletería no había desde la semana anterior, se conseguían «locas» es decir boletas sueltas y eso no muy bien ubicadas y todas ellas finalmente quedaron en manos de personas deseosas por vivir el gran acontecimiento taurino.

Se anunciaban toros triunfadores de la ganadería de Alhama, de propiedad de Doña Venus Zarzur de Castro, los cuales cumplieron con el peso mínimo requerido, es más entre unos y otros pudo haber hasta más de 50 kilos de diferencia. En cuanto a la edad los veterinarios de la plaza certificaron al final del festejo, que incluso hubo toros hasta con seis años de edad, lo que a esta altura no sé si fue bueno o malo, de lo que sí estoy seguro es de que Alhama hecho al traste una corrida en la que todos estábamos ilusionados, incluso tengo que confesar que al sonar las notas marciales del himno nacional, la piel se me erizo partiendo del optimismo y de lo hermosa que se veía la plaza llena hasta los tejadillos, desafortunadamente al rodar el sexto toro mi sentimiento y creo que el de los 14 mil y tantos aficionados que asistimos a la plaza quedamos con un sabor demasiado amargo en el paladar.
La terna estuvo conformada por dos primerísimas figuras de la torería internacional, Enrique Ponce, Maestro de Chiva y Julián López – El Juli, ambos acreditados con los máximos pergaminos. La terna la completo un joven de tan solo 21 años, torero de cuna, como quiera que es hijo de torera y nieto de torero, quien con ilusión llegaba a la plaza de su tierra a doctorarse como el matador número 160 de la historia taurina.

Aunque en la tauromaquia siempre se debe respetar la antigüedad quiero permitirme la licencia de hablar primero del toricantano Jhonatan Muñoz Moreno, quien en homenaje a su madre se ha dado en anunciar como Moreno Muñoz. Este joven que llegó al coso de la calle 26 lleno de ilusión y con más esperanzas y deseos que técnica, creo que pasó se examen de doctorado, a pesar de no haber cortado pelo en ninguno de sus astados. Con el de su alternativa, un toro complicado al que lidio bien con la capa, verónicas suaves que dejaron presagiar cosas importantes. El Maestro Ponce padrino del torero estuvo muy pendiente, al punto que pidió al varilarguero de turno, que apenas marcara un refilonaso para no acabar con el poco toro que andaba por el ruedo, allí ya empezamos a sufrir las dificultades que nos hicieron ir amargaron el paladar. Describir lo hecho por el torero bogotano es algo que hoy no vale la pena, creo que podemos calificar con pocas palabras las actuaciones de Moreno, voluntad, ganas, ansias y honestidad, sumados estos calificativos a batallador frente a toros flojos, complicados, caminadores, por decir lo menos. Moreno cumplió y el lucimiento no pudo llegar por culpa de sus oponentes.

El cabeza de cartel Enrique Ponce tampoco contó con suerte pues sus oponentes fueron mansos, faltos de bravura, bastos en sus hechuras y deslucidos. Con las actuaciones del Maestro de Chivas la más beneficiada fue la ganadera Venus, porque con su magisterio tapó en mucho los múltiples defectos de los Alhamas. La maestría, el conocimiento de las soluciones para los complicados, mucha voluntad y sobre todo honestidad hicieron que el público que colmó los tendidos pudiesen ovacionar, no las florituras sino la técnica con la que Ponce remontó los problemas ganaderos. Al final de la tarde el propio Ponce manifestó que con este tipo de toros es imposible poder torear, con esto está dicho todo.

Julián López – El Juli, acorde al compromiso quiso dar la «batalla», como lo había hecho en los toros anteriores a su turno el veterano Ponce, desafortunadamente tampoco con él hubo materia prima. Sus toros también se opusieron de «pitones a rabo» a medianamente permitir el triunfo o por lo menos un mínimo lucimiento.
Muchas veces se dice que no hay toreros para los toros, con lo de ayer tenemos que decir, que pena con los toreros que ni siquiera hubo un toro para sobreaguar las ilusiones. Qué pena con los miles de aficionados que adquirieron las localidades para ver una corrida de expectación, que pena con la historia taurina de nuestra plaza, porque Alhama se cargó la fiesta.

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