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Los que hemos ‘mesereado’ o trabajado de cualquier forma en un restaurante sabemos que atender clientes es un castigo, porque estos, en sí mismos, ya son un problema en potencia desde que pisan el lugar.

Pero hay clientes de clientes: unos amables, otros de comportamiento cuestionable y los que, en definitiva, merecen esperarlos a la salida del sitio y encenderlos.

Por todo esto, esta semana regresé con un invitado que dará unos consejos para comportarse como tal. Con esto, él no va a inventar la rueda, pero sí deja unos buenos datos para volver a reflexionar sobre nuestro papel como comensales. Aquí va una historia vista desde el otro lado:

Por Alejandro Serrano, invitado a Whatever Gastronomy

Por cuestiones de la vida hace algo más de un mes me encuentro trabajando en un restaurante de comida colombiana en Union City, en New Jersey (Estados Unidos). No trabajo en la cocina, ni soy mesero, soy el ‘Bus Boy’ (el que lleva y trae). Estoy encargado de darle la bienvenida a quienes entran a comer y les ayudo a las meseras en todo lo que me pidan. También limpio las mesas y recojo los platos de estas.

Esta experiencia me ha cambiado mucho la forma en la que de ahora en adelante asumiré mis visitas a un restaurante y esto es lo que quiero compartirles:

Bienvenido a…

Si lo saludan y le dan la bienvenida, lo mínimo que puede hacer es devolver el saludo. En muchos casos, la persona tiene su nombre visible en alguna parte, así que un poco de cortesía y buena educación le asegura que esa persona se esmere por hacer su estadía lo más agradable posible.

Necesitamos mesa para 21 personas…

No exagero, atendimos un par de mesas con esa cantidad de gente en un restaurante con acomodación para 48 personas. Pero solo por cortesía, es bueno llamar antes para avisar y confirmar si el restaurante tiene tal capacidad. Algo bien importante aún es, desde el primer momento, anunciar que las cuentas van a ser separadas y no esperar a que todos hayan acabado para pedirlas así.

¿Me empaca esto para llevar?

La comida es suya y usted ya pagó por ella, pero empacarla es un proceso que requiere de tiempo para hacerlo, así que si en el plato solo hay un par de cucharadas de arroz y una tostada de plátano con un mordisco, no las pida para llevar, por favor.

¡Mesero, se me acabaron las servilletas!

Sí, las servilletas están ahí para su uso y usted puede utilizar la cantidad que quiera.  Si lo desea pueden ser tantas como para empapelar su casa, pero a no ser que usted sea un experto en papiroflexia, las servilletas no son juguetes, ni proyectiles y créame que 100 de ellas nunca serán suficientes para limpiar el reguero de un vaso de jugo de mora. Pida la ayuda a un mesero para limpiarlo.

¿Tiene una silla para niños?

Le temo a esta pregunta por el desastre de proporciones épicas que se forma en la mesa. Por eso, un tip básico para llevar un niño a un restaurante es darle pequeñas porciones en un plato aparte e ir dándole más en la medida en que vaya comiendo. 

¿Ya cerraron?

Si el restaurante dice que cierra a las 10 p.m. y usted llega a las 9:59, está en todo su derecho a ser atendido, pero tenga en cuenta que meseros, cocineros y demás personas que están allí también desean ir a descansar, así que, por favor, no pida el plato más elaborado de la casa ni tampoco decida convertir su cena en un largo conversatorio sobre las vicisitudes de la vida.   

¡Gracias a todos por leer y buen provecho!

Próxima semana en Whatever Gastronomy: Crepes del otro mundo

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