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Un ex Fiscal de la Nación y un ex presidente de la Corte Constitucional presentaron obra jurídica de Meléndez. La prestigiosa abogada María Teresa Palacio Jaramillo hizo una semblanza del autor ante 300 asistentes.

 
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En el Metropolitan Club de Bogotá se realizó el lanzamiento de la obra «Régimen Patrimonial de los Contratos Estatales y de los Riesgos en el Derecho Contractual Colombiano», de Inocencio Meléndez Julio, Subdirector General Jurídico del Instituto de Desarrollo Urbano, IDU, de la capital del país (y miembro de Color de Colombia).

El ex Fiscal General de la Nación, ex Procurador y ex precandidato presidencial Alfonso Gómez Méndez, y el ex presidente de la Corte Constitucional y actual decano de Derecho de la Universidad de los Andes Eduardo Cifuentes, presentaron los alcances jurídicos de la obra.

Gómez Méndez fue el orador principal, y su intervención, como es habitual en él, combinó de forma sugestiva planteamientos jurídicos de fondo con ironías sobre la actualidad del país, rematando con una valoración de la obra y del autor, al que auguró altos destinos en las Cortes.

Entre las personalidades asistentes estuvieron:

Magistrados del Tribunal Administrativo de Cundinamarca: Fredy Hernando Ibarra Martínez, Felipe Solarte Maya, Cerveleón Padilla Linares y Claudia Lossi.

Ex magistrados del Consejo de Estado: Tarcisio Cáceres Toro, Manuel Santiago Urueta Ayola y Ramiro Saavedra Becerra.

Ex magistrado de la Corte Constitucional: Rodrigo Escobar Gil

Contralor de Bogotá: Miguel Ángel Moralesrussi

Juan Manuel Ospina, ex Secretario de Gobierno de Bogotá, y María Elvira Bonilla, columnista de El Espectador.

Magistrado del Consejo de Estado: Mauricio Fajardo Gómez.

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«Hablar de Inocencio es sencillamente una delicia porque es hablar de esperanza y es poder confirmar con hechos que todo es posible»: María Teresa Palacio

Hablar de Inocencio es hacerlo con el orgullo que merece una raza hermosa, es honrar nuestra zona caribe y es tener certeza que el color de la piel es como un campo de trigo dorado por el sol que da frutos de la mejor calidad.

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Con honor y placer, esto es lo que voy a hacer en estos minutos que siguen. Lo conocí hace 19 años siendo casi un adolescente que con esfuerzo supremo estudiaba Derecho en las noches y trabajaba en un pequeño despacho de la Procuraduría haciendo labores de secretaría.

Allí asistí para realizar una conciliación.  Sus ojos inquietos y su proceder diligente me cautivaron y desde ese entonces he tenido la dicha de caminar a su lado y verlo crecer como hombre y como profesional, subiendo la cuesta de la vida escalón por escalón.

En la Procuraduría, luego de ganar un

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concurso de mérito entre 900 profesionales del derecho, tuvo la oportunidad de desempeñarse como asesor directo del Procurador en Asuntos Constitucionales y de Contratación Estatal, y de allí en adelante, vistiendo siempre la difícil camiseta del servidor público, lo vimos actuar en la Contraloría General de la República, en el Ministerio de Justicia y en la Contraloría de Bogotá, siempre vinculado al tema de infraestructura.

Un día cualquiera, en alguna de nuestras innumerables tertulias, me atreví a sugerirle la importancia que para su formación integral constituía el hecho de despeñarse en la otra orilla del devenir público, para conocer, lidiar y, por qué no decirlo, padecer la dura y en veces ingrata tarea del

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ejecutor y del gestor de la cosa pública, enfrentando las más duras pruebas de templanza, creatividad, eficiencia y equilibrio, pues generalmente es más difícil ejecutar que vigilar.

Fue así como, movido por su afán de servicio y con la humildad suficiente para sopesar consejos veteranos, Inocencio dio el paso a la Rama Ejecutiva y a la que desde hace años ha sido su casa, el Distrito Capital y el Instituto de Desarrollo Urbano, donde luego de una pausada pero coherente labor, hoy ejerce el cargo de Subdirector General Jurídico, máxima dignidad legal dentro de tan importante Institución.

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Aportando para marcar caminos en la compleja tarea de la gestión contractual estatal, afrontando con valor las vicisitudes de tan espinoso tema y abriendo caminos para buscar salidas, soluciones e interpretaciones consecuentes, justas y equilibradas de la normativa administrativa, en procura siempre de salvaguardar el interés general, pero armonizando las diversas posiciones y las realidades diarias del quehacer contractual, intentando acertar, tarea que no es fácil y que casi siempre es juzgada con extrema severidad y es por ello que para emprenderla se requiere no sólo conocimiento y rigor jurídico, sino valor y entereza de carácter.

Así se ha desempeñado el Inocencio servidor, con errores y aciertos,

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entendiendo tranquilamente que el proceso de crecimiento personal y el servicio a la comunidad es arduo y que implica siempre un retomar, un repensar y una creación conjunta que contribuya al diálogo creador, desterrando la intolerancia, huyendo a las radicalizaciones y aportando con ello a la profunda convivencia de los hombres, incluso en el mundo despiadado de los negocios, de los contratos, de la competencia y de la vanidad.

Ha comprendido el doctor Meléndez que el aprendizaje integral no es sencillo y que se faltaría al deber del verdadero jurista si se permite que en el alma de nuestra sociedad se asiente, como amo esclavizante de su voluntad y de su comportamiento, el error común de considerar la norma como una verdad fría, alejada de la realidad y de la problemática que ella representa, así como de la maravillosa y diversa riqueza de la libertad y del análisis, en búsqueda de un objetivo ético y de una justicia no formal sino material.

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Ha sido siempre claro para Inocencio que el papel de los abogados es lograr que el derecho sea un instrumento de ordenación y soporte de la sociedad en el que pueda asentarse su real convivencia y la armonía de sus intereses y derechos, tarea que en ocasiones parece un sueño difícil de realizar y que solo se logra con el andar diario y pausado y con las ganas de acertar, así sintamos que muchas veces desfallecemos en el alcance de nuestras metas.

El Inocencio Educador: hace mucho tiempo me comunicó su deseo de ser mi aprendiz en la docencia y se aplicó a ello con toda

su alma, año tras año, durante muchos años. Fue primero mi alumno sin matrícula, luego mi monitor, para posteriormente convertirse en un brillante profesor auxiliar en mis cátedras en la Universidad de los Andes y del Rosario.

Hoy en día es catedrático titular de derecho público y contratación estatal, no sólo en las dos instituciones mencionadas, en pregrado y postgrado, sino que colabora también como profesor en la Pontificia Universidad Javeriana, en la Universidad Nacional de Colombia, en la Sabana, Santo Tomás, Autónoma de Colombia, Norte de Barranquilla, en la Cámara de Comercio de Bogotá y en otras instituciones educativas que se ven premiadas con su

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enorme conocimiento, su dedicación y el amor por sus alumnos.

Es para mí una dicha y un gran honor poderles expresar esta noche el orgullo que se siente cuando, como en el caso de Inocencio, el alumno ha llegado a superar con creces a su maestro.

Inocencio erudito: ese muchacho de 21 años que conocí, nacido en San Onofre, hoy es no sólo especializado en Derecho Procesal de la Universidad Libre, sino en derecho público en la Universidad Externado de Colombia y en Derecho Administrativo Económico de la Universidad

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de Salamanca, España.

Igualmente obtuvo el título de Maestría en Derecho en la Universidad Nacional de Colombia y es MBA Magíster en Administración en la Universidad de los Andes. Y para culminar, está próximo a recibir su cartón de Doctor en Derecho en la Universidad Nacional de Madrid, España, donde hace escasos 15 días sustentó con elogios su tesis de grado.

Qué orgullo para nuestro país, para su familia y para su tierra, tener un hijo de estas calidades, hecho a base de esfuerzo, dedicación y rigurosidad y qué orgullo para mí haber tenido la oportunidad de acompañar su camino y de verlo caer y levantarse una y mil veces, con la humildad de un hombre sabio y con la inteligencia de un hombre justo

Sea esta la oportunidad para abrazar a Janeth, su esposa y compañera inseparable y a su hija Natalia, dando la bienvenida también a un nuevo miembro, Juan David, de apenas 9 días. Brindemos todos juntos por Inocencio y por esta nuestra patria semillero de grandes hombres, unos visibles y muchos de ellos incógnitos.

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