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“Mientras otras poblaciones crecen, aunque a lentos pasos, nosotros retrocedemos de una manera increíblemente imparable. Hay que razonar entre lo que es del momento y lo que dura 4 años (eternos, sufridos y pobres 4 años)”, dice Brenda Garcés Bonilla.
Por Brenda Garcés Bonilla, estudiante de Mercadeo Internacional y Publicidad de la Universidad ICESI, de Cali, y miembro del programa “100 nuevas plumas en el Bicentenario, 2010-2021”
La mayoría de ustedes, por no decir que todos, ha escuchado de los diversos, constantes e históricos problemas por los que la ciudad-puerto de Buenaventura ha atravesado a lo largo de muchos años.
Que la falta de agua, los altos costos en los servicios, la falta de una entidad responsable en la recolección de las basuras, la irregularidad del gas domiciliario, los robos de los alcaldes y su buena vida, etc.
Pero pensándolo bien, no son los alcaldes los culpables directos de estas eventualidades que, para decirlo coloquialmente, tienen “mamada” a la población, que en vez de pensar en cómo salir adelante día a día, se debe someter a la incompetencia de nuestros gobernantes, que nos obligan a marchar, a pelear, a guerrear todo el tiempo por las injusticias que se cometen.
¿Qué más debe pasar? ¿Qué le falta a la población sufrir para que estas situaciones terminen en algún momento? Parece un castigo eterno todo esto, pero, hay que hacer un alto en el camino, y pensar con cabeza fría por un minuto.
El verdadero problema radica en que somos “La ciudad sin memoria”. No hay peor mal que en un año se olviden los eventos que han pasado durante una historia: los continuos desfalcos de las alcaldías, los malos manejos, la repartición ilógica del pastel de los “recursos destinados al pueblo”, que vale la pena aclarar, la mayoría de veces no llegan al pueblo.
Los invito a todos a que hagamos un alto. Ya es hora de mejorar. Si no mejoramos desde nuestros pensamientos y nuestra convicción de cambio, va a llegar un sinnúmero de gobernantes más a la ciudad, que cada día lo que harán de nosotros es convertirnos en una trípoli, y, para disgustar a muchos, en una “ciudad cangrejo”.
Es triste pero cierto, porque mientras otras poblaciones crecen, aunque a lentos pasos, nosotros retrocedemos de una manera increíblemente imparable.
Bonaverenses, no nos caractericemos por ser los que peor elegimos, los que nos dejamos comprar por cincuenta mil pesos y un tamal, y mucho menos por ser los que vendemos nuestro voto por una fiesta con lechona y un trago de aguardiente.
Es nuestra vida la que está en juego, nuestra integridad, nuestra superación, nuestros niños, nuestro porvenir, algo que sin lugar a dudas no tiene precio.
Aprendamos a tener memoria, y que esta experiencia nos abra los ojos una vez más y tomemos conciencia, aprendamos a priorizar, a razonar entre lo que es del momento y lo que dura 4 años (eternos, sufridos y pobres 4 años).
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