Harry Arroyo, de Tumaco para Hollywood

A los 17 años al terminar su bachillerato, empacó su maleta y le dijo a su mamá que quería ser actor, y convertirse en una estrella de la televisión nacional y por qué no, internacional.

Viajó a  Bogotá, a formarse como artista, y pensó que por ser la capital del país todo sería más fácil y que la «vida sería color de rosa».

Sin embargo, para alcanzar un sueño, hay que pasar por muchas situaciones positivas y negativas en la vida, «cada cosa que nos pasa nos marca y nos deja una enseñanza».

Harry Arroyo: Mi niñez fue muy divertida y a la vez con compromiso porque deseaba muchas cosas y mi madre me decía que tenía que ganar el año en el colegio para poder comprarme alguna cosa que deseaba y así me inculcó que para ganarse las cosas hay que hacer mucho sacrificio y luchar sin dañar a nadie. 

Me acuerdo mucho que cuando jugábamos a los pistoleros con mis amigos, yo siempre tomaba un personaje de las películas y le daba vida, tanto que hasta los gestos de estos personajes se reflejaban en mi comportamiento real, ahí empezó mi interés por el arte, de niño también estaba súper convencido que la vida de nosotros y todo lo que yo hacía lo podían ver en la tele.

H.A: Porque siempre he tenido la concepción de que uno debe hacer lo que le gusta, es la única forma de estar bien con uno mismo y ser un buen profesional.

H.A: Que la ciudad era más pequeña pero me encontré con una metrópolis, pensé que el clima era más frío y también tenía mucho miedo porque apenas tenía 17 años y nunca me había enfrentado a una ciudad tan grande por tanto tiempo.

H.A: Mi familia, la comida de la casita y el calorcito de mi Tumaco.

H.A: Hubo una temporada en que a mi mamá se le dificultó pagarme puntual la mensualidad del semestre, y no me dejaban entrar a clases, entonces pensé en retirarme porque me daba mucha pena con ella.

Pero me insistió y me dijo que continuara y me convenció, gracias a Dios las cosas mejoraron y pude continuar, a diferencia de muchos compañeros que sí tiraron la toalla, y en un semestre que éramos 21 nos graduamos solo 4.

H.A: En la academia de actuación «Actuemos» del maestro Edgardo Román.

H.A: Ha sido el desafío más difícil, porque aquí es donde te enfrentas al verdadero mundo del arte, y te tienes que valer de lo que aprendiste como estudiante y aplicarlo.

Hay casting donde compites con un sin número de actores, quizás con tu mismo perfil que también quieren ganarse el personaje y eso hace la competencia cada día más reñida.

Y no puedes dejar de hacer teatro, porque el teatro es lo que te mantiene en constante fogueo para estar siempre activo, un actor profesional tampoco puede quedarse esperando a que le suene el teléfono para trabajar, tiene que salir a buscar de qué manera entrar y vender.

H.A: He trabajado en novelas y series como: El Cartel de los Sapos, Sin Tetas no hay Paraíso la película, Infiltrados, Correo de Inocentes, Decisiones y en comerciales de Davivienda, Galleta Festival y Comcel (Claro).

H.A: Definitivamente el teatro, es mi pasión.

H.A: Bueno, hoy en día ya se nos está dando más visibilidad, pero creo que aun falta y creo que es la falta de credibilidad que algunas personas tienen hacia nosotros los afro, y otra cosa que pasa es que desde principios de la televisión se ha educado al público colombiano a ver siempre al protagonista de tes blanca, ojos azules, o verdes

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El actor negro siempre de guardaespaldas o empleado, creo que eso es reflejar cierta esclavitud disimulada y la esclavitud ya quedó en la historia, entonces he escuchado los siguientes comentarios cuando un afro ha protagonizado: 

«miren el protagonista es ese negro» «ve tan raro va a protagonizar un negro», esas son cositas que se van convirtiendo en tabú para los televidentes porque no es común en esas posición.

H.A: Llegar a grabar así sea una película en Hollywood.

H.A: Luchen por lograrlo porque sí se puede, y déjense guiar de su corazón de artistas, después que este en tu mente ser artista, no hay poder humano que te lo quite de la cabeza.