Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.
Relato de Karen Lemos, estudiante colombiana que presenció las protestas en Turquía. Vea al final del artículo galería con imágenes de las manifestaciones.
Karen Lemos.jpg
Por Karen Lemos, estudiante de la Universidad Externado de Colombia. Especial para Color de Colombia
Eran aproximadamente las tres de la mañana del lunes. Los primeros días de junio. El jetlag me tenía en la tarea de cuadrar el horario de sueño, pero en medio del intento comenzó a llegar un sonido, era una multitud de voces que con los segundos se iban haciendo cada vez más fuertes.
Pensé que sería una de las manifestaciones que se venían presentando en la calle de las universidades, una de las principales de Eskisehir, Turquía. 
Eskisehir está a una hora y media en tren desde Ankara, la capital de Turquía. No tiene más de un millón de habitantes. Por su parte, los estudiantes oriundos de otras ciudades, son quienes conforman la mayoría de la población en esta ciudad. 
Es una ciudad enérgica, con lagos y parques por doquier, jóvenes y muchos restaurantes; desde el típico Kebap, hasta las grandes marcas de comidas a nivel mundial, además es una ciudad que poco duerme, siempre se puede encontrar algo, a cualquier hora del día.  
El centro comercial más importante de la ciudad queda en la calle de las universidades. Por su ubicación central, es el punto de encuentro de todas las personas, en especial de jóvenes y estudiantes, con sed de democracia y de cambio en el país. 
Las protestas y manifestaciones alrededor de varias ciudades de Turquía, comenzaron tan pronto mis compañeros y yo llegamos a Eskisehir. Un lugar  tan lejano de mi país, con múltiples contrastes entre las personas, las costumbres, la comida,  la música y la forma de ver la vida. 
Pero también hay similitudes, como la voz de los jóvenes que se hacen sentir con este tipo de actos para mostrar su inconformismo con las medidas del actual Gobierno y las decisiones de su Primer Ministro.
Ni siquiera nosotros podemos entender la magnitud de este acontecimiento, nunca será más claro que para quienes lo han vivido a lo largo del tiempo. 
Sin embargo, en un esfuerzo por comprender la causa, nuestros amigos turcos nos compartieron  sus razones. El origen de las manifestaciones, en un principio pacíficas, fue el proyecto de demolición de un parque emblemático en Estambul, para la construcción de un centro comercial.
Este hecho fue el punto de partida para que individuos de diferentes corrientes políticas unieran sus voces y gritaran arengas en contra del Gobierno. Ciertamente, no fue solo una voz de protesta de jóvenes con ansias de cambiar su país. 
En todas estas semanas pude observar a niños con sus padres, adultos mayores y adolescentes, marchando de calle en calle con banderas en mano, pitos, letreros y garganta aguda para decir ¡Dictador, dimisión! y otro tipo de mensajes.
La controversia de las manifestaciones radica en el uso exagerado de la fuerza por parte de patrullas para controlar la situación, utilizando bombas de agua y gas pimienta, entre otros mecanismos. 
Miles de personas terminaron detenidas y otras tantas heridas. Imágenes de adultos y jóvenes siendo transportados en camillas o siendo atendidos fue el escenario más común que los medios publicaron a nivel nacional e internacional en las primeras semanas de manifestaciones.
Este fue otro motivo para que los grupos tomaran resistencia, pues no apoyaban el uso de la fuerza y la violencia para terminar con las manifestaciones. Cabe resaltar el papel que las redes sociales han tenido en la comunicación entre los jóvenes, para denunciar, unir fuerzas, compartir imágenes, noticias, videos, testimonios y para generar opinión pública. 
Sin duda alguna este fue un hecho importante para los ciudadanos turcos, pues, a pesar de que las manifestaciones han terminado en algunas ciudades, se han mantenido firmes en su posición y en su anhelo de cambio. 
Ya se han cumplido cuatro semanas desde que la calle del centro comercial Espark fue tomada por los jóvenes, donde se realizó un plantón permanente hasta hace unos pocos días. Decenas de carpas improvisadas, camping, colchones extendidos en el piso, comida, cobijas y carteles hacían parte del escenario de protesta.
Hubo un centro de abastecimiento con comida y agua gratis, también una biblioteca en el centro de la calle, para que todo el que lo deseara se acercara a leer.  
Este campamento de resistencia no fue alterado por las autoridades durante dos semanas, contrario a lo que se pudiera haber pensado. 
La zona fue pacífica, se podía caminar cerca y pasar en medio de las carpas si no había otra opción para entrar a Espark, no había problema alguno. Sin embargo el campamento fue desbaratado por las autoridades el jueves 24 de junio a las seis de la mañana.
Quizá la forma en que los medios internacionales han mostrado los sucesos hace que las personas que no estén en Turquía y poco sepan de sobre ella. solo observen las cosas negativas, se suele mostrar lo más trágico, lo más terrorífico y esa es la imagen que se guarda siempre. 
No se trata de no reconocer las consecuencias negativas de los actos, pero muchas veces solo nos quedamos con una perspectiva de las cosas que pasan en el día a día. 
Familiares y conocidos han preguntado desde los primeros días con preocupación qué pasa aquí, al otro lado del mundo, cuestionándose que será de mí, en medio del caos del que tienen idea gracias a los apartados cuadrados. 
Cierto día me preguntaron «cómo estaba en medio de la guerra civil de Turquía». En ese momento, me encontraba en la plaza Taksim de Estambul, a temperaturas altas, caminando por la plaza como observadora. 
El ambiente estaba calmado, preparándose para continuar las manifestaciones apenas se acercara la noche. Como todas las noches desde semanas atrás, al fondo, imponente el retrato de Ataturk se alzaba en medio de dos banderas de Turquía.
Las cosas no van en ese extremo negativo que muchos pueden llegar a pensar. Yo expreso la situación desde mi experiencia personal en Turquía en medio de este acontecimiento. 
Siempre pude caminar cerca a las protestas y ser espectadora sin temor de que ocurriera algo trágico. A pesar de recomendaciones por parte de la academia y los encargados del grupo de estudiantes extranjeros de no asistir a las manifestaciones. 
Nuestros amigos y compañeros turcos asistieron y se comprometieron diariamente, en las horas de la noche especialmente (Es en esta jornada cuando comenzaban en forma).  
En las manifestaciones y el plantón en frente al Espark, no había intención de terminar hasta que vieran cambios contundentes. Nosotros siempre respetamos y entendímos sus motivos y razones de desvelo en medio del intercambio cultural que vinimos a vivir como experiencia académica y para la vida.
No es fácil comprender la magnitud de lo que significan estas manifestaciones para los ciudadanos de Turquía cuando no se conoce todo su contexto histórico,. pPor eso es fácil juzgar al otro. Ciertamente, hacerlo parte del desconocimiento. 
Aunque me considero una persona con poco interés en la política, intenté hacer un esfuerzo por conocer la razón por la cual luchan, por entender qué es lo que desean los ciudadanos turcos, qué sueñan y qué anhelan para su país.
Por eso pude entender que salir a las calles cada día y estar comprometidos con la causa no fue algo al azar, todo tiene un motivo para Turquía. Ellos quieren un cambio, más libertad y democracia. Por lo menos así lo expresan cada día.  
En medio del momento, como estudiante foránea que vivió en Turquía por un mes, pude ser testigo, desde el principio, de hechos importantes para el país.  Algo que nunca imaginé poder vivir para contarlo.

Compartir post