Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.
«Criar a un hijo sin la presencia de un ‘macho’ no es un riesgo», dice la autora, basada en estudio internacional.
Melina Nogales M.jpg
Por Melina Nogales M., comunicadora social-periodista, egresada de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín. Especial para Color de Colombia.  
La tipificación social define que solo hace falta ser adolescente, pobre y con un nivel educativo  bajo para listar los altos índices oficiales de madres solteras en Colombia. Eso, además de ser hipócrita, es machista.
La mayoría de madres solteras en este país lo son a edades tempranas y por desconocimiento en métodos anticonceptivos, pero hay un factor que no se puede desconocer: la violencia de género. 
El embarazo por abuso sexual, según cifras del Ministerio de Protección Social, tiene una aberrante incidencia en menores de 14. Esto produce tristemente que niñas cambien el rol de jugar con muñecas, a otro tan difícil como ejercer el de madres solteras. 
Recordemos que para muchos es válido aseverar que más de la mitad de los embarazos en Colombia no son planeados ni deseados.
En Colombia, miles de mujeres  deben enfrentar el riesgo de ser  abusadas. Además, lidiar con la inequidad expresada en palabras descalificadoras como: «metió las patas» o «las abrió antes de tiempo». En la sociedad no son muchos los que libran de responsabilidad al hombre y ponen de victimaria a la mujer. 
«Puta, ofrecida, inconsciente, insensata, perra» y demás términos peyorativos constituyen  el estigma con que carga una madre soltera en el país; no bastando con eso, además se la pone en tela de juicio cuando elige no serlo y cuando decide conformar una familia «disfuncional», como quizá lo serían las madresolteristas por elección. 
Hablo de todas aquellas que optaron por ser madres sin ligar una figura masculina a la crianza de sus hijos e hijas.
Según el Dane, el 17,1% de las mujeres en Colombia son jefas de hogar; de estas, un poco más de la mitad se desarrollan profesional y laboralmente. Aspecto positivo en un mercado competitivo para nosotras, sin olvidar que es más  difícil para las de raza de negra y las indígenas.  
Un estudio, publicado en agosto de 2006, cuyas conclusiones se plasmaron en el libro «Raising Boys Without Men» (Criar niños sin hombres) de la psicóloga estadounidense Peggy Drexler, demuestra que criar a un hijo sin la presencia de un «macho» no es un riesgo. 
Ser madre es una elección y una decisión que se cumple con naturalidad. Afirmaciones que sin duda causaron polémica por desviarse de los cánones estructurales de familia. 
En la investigación, que duró más de 10 años, Drexler hace el comparativo entre los niños criados solo por la madre y  por padre y madre, concluyendo que a diferencia de lo que suponen la moralidad y religiosidad tradicional, la figura matriarcal no incide en la masculinidad o definición de su sexualidad en los infantes.  
Quizá, un día no muy lejano y utópico, logremos llegar a un nivel de sociedad madura que no juzgue y mire como rareza la ausencia de un hombre en la crianza. Claro ejemplo, la madre del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, que sin el padre crió a  un líder mundial.

Compartir post