Mandela luchó por una raza, pero no quería una sociedad racial.
Por Daniel Mera Villamizar* Publicado en el suplemento dominical Imágenes de La Opinión, de Cúcuta (23/feb/2014)
Mandela luchó por una raza, pero no quería una sociedad racial. Entender esta aparente contradicción de Mandela le viene bien a Colombia.
El apartheid hacía que la cuestión racial fuera el factor fundamental de Sudáfrica. Mandela, al no tomar venganza del apartheid y liderar la reconciliación, puso el cimiento para una sociedad donde la cuestión social es o será el factor fundamental.
Hoy la convivencia entre blancos y negros en Sudáfrica es mejor que en otros países sin el lastre del apartheid, observa John Carlin.
En el estadio de Soweto, uno de los más ovacionados fue Frederik de Klerk, el último presidente blanco del país. El más abucheado, Jacob Zuma, el presidente en ejercicio, incapaz frente a los principales problemas de la cuestión social.
“Él restableció nuestro orgullo”, decía un afiche, pero Mandela afirmaba “luchamos por una sociedad donde la gente pueda cesar de pensar en términos de color”.
Si el orgullo está asociado a la identidad racial, es decir, al color, ¿cómo se puede elevar el orgullo y dejar de pensar en el color? La experiencia específica de Sudáfrica y Mandela sugiere que esto es posible en secuencia.
Cuando el que ha sufrido mil humillaciones encuentra razones para levantar la mirada, confianza en sí mismo, puede superar la mentalidad que lo oprimía.
Obama lo dijo bien: “Mandela entendía los lazos que unen al espíritu humano. El mayor regalo de Mandela fue su reconocimiento de que todos estamos vinculados de formas invisibles a los ojos; que existe una unidad en la humanidad”.
Verse a sí mismo como ser humano universal, con independencia de la nacionalidad y de la ‘raza’, es muy difícil si la vida es complicada por uno de estos ‘accidentes’.
Mandela sabía que la mentalidad basada en la raza era circunstancial y que remplazar el apartheid por una hostilidad vengativa hacia la minoría blanca era perpetuar esa mentalidad.
Hizo todo lo posible para que florecieran los lazos invisibles entre antiguos enemigos consolidando una sola nación. Y lo logró. Le mostró a la humanidad que la grandeza de espíritu anida en las circunstancias más adversas.
Y tal vez la eternidad vio su sonrisa cuando el pueblo en el estadio aplaudió al antiguo enemigo y abucheó al amigo porque el conflicto mayor en Sudáfrica ya no es racial.
*Directivo de la Fundación Color de Colombia. @DanielMeraV
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