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Esta semana de reflexión, muchos acudirán a las diferentes iglesias en busca de ese perdón que el alma requiere para sentirse en paz consigo mismo y con los demás.

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Por: Isaac Esteban Bent James. Estudiante de San Andrés y Providencia. Especial para Color de Colombia

Inicia una de las semanas más importantes para el mundo cristiano; conmemorando una vez más, la muerte y resurrección de nuestro señor Jesucristo.

Una semana que es utilizada para la reflexión de nuestros actos y comportamientos que tenemos frente a nuestros semejantes que a diario conviven o permanecen junto a nosotros, a los cuales a veces les hacemos sentir felices o tristes.

Esta semana de reflexión, muchos acudirán a las diferentes iglesias en busca de ese perdón que el alma requiere para sentirse en paz consigo mismo y con los demás; paz que sólo la otorga Dios por medio de su santo espíritu, para que verdaderamente seamos felices y no vivamos engañados de una felicidad falsa que el maligno nos hace creer por medio de las riquezas, el alcohol, las drogas y las fiestas callejeras.

Aunque todas las semanas sin tener una fecha especial, deberían ser para la reflexión. Esto debido a que constantemente estamos cometiendo errores que afectan nuestra relación con Dios, y que también entristecen a nuestros semejantes.

No hay semana donde no se sienta la presencia de Dios, dispuesta a ingresar a los corazones nobles y humildes para transformarlos en nuevas criaturas y llenarlos del verdadero amor, con el fin de que ellos sean salvos por medio de su palabra y podamos todos los que escuchemos el mensaje de la paz y del amor, ser rescatados de las garras del mal que sólo quiere destruir las buenas cosechas de Dios.

Lo triste de esta semana es que se logra percibir que a medida que pasa el tiempo, los años, la semana santa se convierte en semana de paseo, de fiestas, de juegos, de todo menos una semana de reverencia al señor, de respeto hacia Él.

Conmemoración histórica que hace la humanidad para recordar la muerte y resurrección del príncipe de la paz. La biblia dice: «muchos son los llamados, pero pocos los escogidos». Ya hay muchos que han  preparado fiestas e invitaciones para amigos y amigas a discotecas para celebrar las vacaciones de semana santa.

Pero no hacen invitaciones a sus amistades a la celebración de un acontecimiento histórico, que marcó para siempre la historia de la humanidad.

Por otra parte, vemos que los medios de comunicación, las cadenas de televisión sólo se dedican a mostrar de todo, menos a mostrar filmaciones cristianas que ayuden a reflexionar en esta semana santa.

Conociendo que nuestra sociedad está viviendo olas de violencia, intolerancia que abunda en las calles, y la mayoría de los medios se dedican a seguir mostrando imágenes e informando a la comunidad de situaciones fuera de contexto.

Las tradiciones y el respecto por lo divino o por lo cristiano, queda con el paso de los tiempos, reducido a la indiferencia de los que manejan los grandes medio de comunicación.

Pero como no todo es malo, aún hay muchas familias que celebran esta semana con respeto y con mucho amor. Reuniéndose en familia, como la familia cristiana que a Dios tanto le gusta, se encuentra mucha paz y tranquilidad para el alma.

Muchos comparten sus experiencias cristianas por medio de testimonios de vida, testimonios que llenan de esperanza a quienes cuentan con la oportunidad de escuchar historias reales, en la cual muchos han recibido milagros divinos.

La biblia dice que todo tiene su momento, entonces quiere decir que esta semana es el momento  de Dios, no sólo de Dios, sino de todos los que creemos en un Dios verdadero y que ha prometido vida eterna a los que le aman.

Esto sólo lo entienden los que tienen una fe «madura». Una fe que puede mover montañas y que puede recuperar la esperanza donde ya no la había. Dios es la esperanza para su pueblo, no sólo para el pueblo de Israel, sino para todos nosotros.

Él, Jehová, es  Dios de los judíos y no judíos; también de los gentiles y no gentiles. Es la esperanza del pueblo santo. Pueblo el cual el redime y cuida por siempre. Dios ha hecho una promesa histórica, que sin duda tendrá cumplimiento; en lo cual compromete a su pueblo, y dice:

 «vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo».

Son palabras para que realmente reflexionemos acerca del día a día en que vivimos.

¡Que la paz de Dios este con vosotros!

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