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Con trabajo y talento, la profesional chocoana se ganó un espacio en el competido mundo de los medios hispanos en EE.UU. «No hay que parar de soñar, pero hay que trabajar para alcanzar los sueños», dice. Cortesía de revista Ébano para Color de Colombia.

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Ilia Calderón, orgullo colombiano en la televisión de EE. UU.

Por Esaúd Urrutia Noel
Director de la revista Ébano Latinoamérica

El de Ilia Calderón es uno de los rostros hispanos más conocidos en Estados Unidos y América Latina. Su paso como presentadora por el noticiero colombiano CM&, por la cadena Telemundo y ahora en Univisión, ha puesto su carrera en la cima.

Ilia es hoy un personaje. Sus colegas de los medios la asedian como a las estrellas de la farándula y ha sido destacada como una de las famosas más bellas de la comunidad latina en Estados Unidos.

Pero a pesar de acariciar el éxito, logrado con el empeño y la dedicación de una gran profesional, Ilia asegura que su trabajo en Univisión constituye el logro de una de las metas que se trazó al llegar a Estados Unidos: trabajar en la cadena de televisión hispana más importante de este país.

Su vida ha cambiado, sin duda, pero como ser humano sigue siendo la misma persona que copa sus recuerdos con la alegría de sus primeros años en Istmina, un pequeño poblado del Chocó, en la Costa Pacífica colombiana, donde solía jugar a la pelota, pasear en bicicleta y disfrutar de la comida local en las playas del río San Juan.

Ilia sigue siendo fiel a sus amigas y amigos de siempre, con quienes mantiene permanente contacto. Tal vez por eso su auténtica alegría cuando acordamos dialogar para este artículo. «Me puse muy contenta cuando supe de ustedes. Les agradezco mucho», fue lo primero que nos dijo.

Su mensaje para las nuevas generaciones de chocoanos, para sus coterráneos, fue muy claro: «No hay que parar de soñar, pero hay que trabajar para alcanzar los sueños. Esto se lo quiero decir, particularmente a los jóvenes del Chocó: no porque somos una minoría, porque el Gobierno nos ha mantenido abandonados por tanto tiempo, tenemos que sentarnos a esperar. Hay que salir a buscar las oportunidades, hay que estudiar… Debemos tener metas»…

También dice que la felicidad no está en una sola cosa, que es necesario aprovechar cada oportunidad para progresar, «aprender de los mejores, equivocándose, volviendo a empezar. No nos van a regalar nada».

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Y lo dice con razón, pues ella también sabe de luchas. Aunque llegó a la televisión por una casualidad, su talento natural, al que agregó una fuerte dosis de trabajo y de perseverancia, la llevaron a convertirse en lo que es hoy: una de las mejores reporteras y presentadoras de la pantalla chica.

Hay que sumarle, además, que sólo después de tres cirugías pudo superar el fibroma uterino, un padecimiento que le hizo temer lo peor, pero del que pudo sobreponerse con entereza, y que compartió con millones de personas, sacrificando su intimidad en aras de contribuir a la prevención de este mal con la difusión de su caso.

En 2005, a Ilia le detectaron un tumor en el útero. Como su madre y su hermana habían afrontado los temores y dolencias del fibroma uterino, Ilia tuvo los beneficios de un diagnóstico oportuno, luego del cual extirparon el tumor sin comprometer al útero y sin amenazar otro de los sueños de Ilia: el de ser madre algún día.

Después de encontrar una salida pronta a su drama, Ilia empezó a trabajar en una campaña de medios que animara a las mujeres a practicarse diagnósticos con mayor frecuencia y a reconocer los síntomas del fibroma. «Es muy común en mujeres mayores de 30 años que no han tenido hijos. Es más frecuente de lo que la gente piensa y lo que yo creo es que la gente no está muy alerta de lo que puede llegar a pasar por esto», aseguró Ilia a la revista People en Español, en 2005.

Los primeros pasos

Ilia Calderón llegó a la presentación de noticias por una casualidad. Mientras estudiaba Trabajo Social en la Universidad de Antioquia, una prima suya, que estudiaba en la misma institución, se enteró de que estaban haciendo un casting para reemplazar a Magally Caicedo, presentadora del noticiero Día y Noche del canal regional Teleantioquia, cuyo formato establecía la presencia de una mujer negra en el set, pero, además, que tuviera las condiciones para enfrentarse a la cámara y proyectara credibilidad.

La chocoana fue seleccionada para un trabajo temporal, pero luego, la directora del noticiero, Lays Vargas, le pidió que se quedara, pues estaban muy contentos con su trabajo.

Poco tiempo después, en 1998, Yamid Amat, el veterano e innovador periodista, en una de sus acostumbradas incursiones a las regiones de Colombia en busca de talentos, al ver a Ilia supo que era la presentadora que buscaba para su noticiero nacional CM&.

Como presentadora principal, Ilia mostró todo su talento y se ganó la credibilidad que requieren quienes conducen informativos en horarios Triple A, como fue su caso, bajo la dirección de Yamid Amat.

«Yamid es el mejor periodista que tiene Colombia. Lo admiro, lo respeto, lo quiero. Aprendí mucho de él. Le debo la oportunidad de ser la presentadora principal de un noticiero de la talla de CM&. Le agradezco todo lo que me enseñó como profesional y como persona, la fortaleza, la humildad», expresa Ilia Calderón.

Tres años más tarde, Ilia daría el gran salto a la televisión internacional, cuando fue fichada por Telemundo, donde se destacó no sólo en la presentación, sino en la cobertura informativa de acontecimientos tan importantes como los atentados del 11 de septiembre de 2001 y la invasión a Afganistán. Igualmente, Ilia fue la presentadora, durante 21 días ininterrumpidos, del conflicto en Irak y estuvo en el lugar de los hechos para informar sobre los efectos del huracán Katrina en la Costa del Golfo antes, durante y después de la tormenta.

En 2007 Ilia Calderón firmaría contrato con la cadena Univisión, donde ha jugado un papel destacado en la cobertura informativa, que la ha llevado a consolidarse como una de las mejores conductoras y reporteras de la televisión hispana en Estados Unidos.

Por la cobertura del atentado del 11 de septiembre, Ilia Calderón recibió, en 2002, el codiciado premio Emmy Nacional. Su presencia en acontecimientos de impacto mundial, no obstante, no le han hecho perder la perspectiva sobre lo que en la reportería y en la presentación de noticias puede ser importante.

Como periodista, Ilia se emplea a fondo tanto en un hecho noticioso mundial, como al entrevistar al niño de Ciudad Bolívar, en Bogotá, que sueña con ser futbolista, o al informar sobre la mujer que trabaja sacando niños de la Calle del Cartucho, un sector deprimido y de alto consumo de drogas de la capital colombiana.

«Para mí todas las historias son importantes. Cada una me ha dejado algo y ha ayudado a mi crecimiento profesional», ratifica Ilia, para quien haber llegado a Univisión es una señal inequívoca de que va por buen camino, pero también la confirmación de que faltan muchas cosas por lograr.

«Todos los días hay que trazarse metas, no hay que quedarse sólo en un lugar. Por fortuna nuestra cadena, nuestra compañía, de la cual estoy muy orgullosa y donde me siento muy contenta, siempre está abierta a escuchar nuevas ideas».

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Una mujer feliz

Ilia Calderón es una mujer feliz, que disfruta de las cosas sencillas de la vida. «Me gusta lo que le gusta a todo el mundo», dice. Prefiere conocer culturas distintas a través de la comida, y por eso va a restaurantes al menos tres veces por semana. En sus días libres, también suele vivir maratónicas jornadas de cine en su apartamento de Miami, donde puede ver hasta cinco o seis películas.

«Salsa y siempre salsa», dice cuando se le pregunta por la música de su gusto. No obstante, se declara enamorada de la música de Choc Quib Town, de su propuesta artística que fusiona ritmos modernos con los tradicionales de la Costa Pacífica colombiana. «Me encantan, creo que están abriendo un nicho muy importante en la música. Estoy muy orgullosa de ellos».

Ilia posee, además, un profundo sentido de familia. Mantiene una relación envidiable con su madre, Betty Chamat, quien fue una madre estricta durante los años de crecimiento de Ilia y sus hermanas, pero luego se convirtió en su mejor amiga. Con ella y con sus hermanas, Liz, una educadora de preescolar, madre de su única sobrina, que vive en Medellín; y Beatriz, una odontóloga radicada en Nueva Zelanda, se comunica a diario, para mantener viva esa relación de afecto, tal como se lo inculco su abuelo Carlos, ya fallecido, y que según Ilia «hizo el papel del mejor papá del mundo».

«Me hubiera gustado que estuviera vivo todavía, para que hubiera visto lo que hemos logrado en la vida. No está presente físicamente, pero su presencia sigue siempre con nosotras. Lo recordamos todos los días», dice Ilia con un dejo de nostalgia.

De él y de su madre Ilia recibió las mayores influencias de su vida. «Me enseñaron los valores, la responsabilidad, el compromiso y, sobre todo, la lealtad, sobre la cual mi abuelo recalcaba mucho, tanto como sobre la importancia de ahorrar, del cuidado del dinero y la unión familiar».

Es también su profunda sensibilidad humana la que hace que su corazón se entristezca al ver las injusticias, especialmente cuando se trata de niños y ancianos. No duda en expresar su descontento cuando analiza la realidad que históricamente ha sufrido la gente del Chocó, departamento que la vio nacer.

«Somos culpables por haber elegido a gobernantes que no eran los correctos. Hemos visto muchos hechos de corrupción, donde se veían beneficiados el tío, el sobrino o el papá del dirigente. Tenemos que asumir mucho de la culpa de nuestras dificultades por haber elegido a los mismos».

«Pero ahora –argumenta Ilia– no es momento de recriminar, sino de buscar una salida unidos». Por ello ve con buenos ojos el avance de la comunidad negra en Colombia, aunque opina que las negritudes colombianas deben aprender mucho de cómo ha sido el proceso de los afroamericanos en su lucha por los derechos civiles.

«Si hay manera de colaborar en este sentido, me parece excelente», concluye Ilia Calderón.

¿Este es el mejor momento de su carrera?

Decir eso sería demeritar otros momentos que, precisamente, me han traído a donde estoy. He vivido tiempos muy lindos, otros malos, pero en todos he aprendido. Pienso que ese cúmulo de experiencias es lo que me ha puesto en la posición en la que estoy. No puedo decir que es el mejor porque siempre quiero que vengan cosas mejores.

Del pasado también tengo muy buenas experiencias que me han ayudado. Por eso no quiero encasillar el presente como el mejor, pero sí es un gran momento.

¿Qué diferencia encuentra entre el trabajo periodístico que se desarrolla en Colombia y el que se hace en Estados Unidos?

En Colombia tenemos suficiente con el conflicto que vivimos. Entonces, nos focalizamos en lo que pasa en nuestro país: con la guerrilla, con los paramilitares, con la corrupción, con el terrorismo y con todo lo que pasa todos los días, pero llegar a Estados Unidos es comenzar un trabajo para toda la comunidad hispana, no sólo para los colombianos, sino para los salvadoreños, dominicanos puertorriqueños, cubanos, ecuatorianos…. Es un espectro mucho más amplio y una exigencia mayor, pues debes saber de política de todos esos países, estudiar, estar enterado de lo que pasa, leer todos los periódicos de América Latina.

¿Cómo ha influido su condición étnica en su carrera?

Me inicié en un noticiero de Teleantioquia, justamente porque necesitaban una mujer negra en el informativo Hora 13, cuando se llamaba Día y Noche. La mujer que representaba el día era Silvia María Hoyos y la noche, Ilia Calderón. Necesitaban una mujer de mi raza, pero con unas capacidades para estar frente a la cámara, que proyectara credibilidad. Entonces no era sólo por ser negra, sino que hay un montón de cosas alrededor que son importantes.

Ya en los otros trabajos no sé si me han escogido por ser una mujer negra… Creo que lo que han destacado mis jefes ha sido mi capacidad, el talento, la disciplina … cosas más importantes.

(Vea Color de Colombia en facebook. Un ‘mundo nuevo’ de la afrocolombianidad)

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