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Y por fin alguien se atrevió. Las fiestas chocoanas tienen potencial para emular las de Barranquilla, Valledupar y Cali.
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Por Alí Gómez Rentería, colaborador de Chocó 7 Días*
A algunos no les gusta el tema, pero son muchas las voces que opinamos que es necesario un cambio organizacional de las fiestas patronales, sin perder su esencia, ya que se han tornado monótonas y no se han adaptado a los cambios en nuestra sociedad.
Hagamos un paralelo con el Festival de la Leyenda Vallenata, guardando las obvias proporciones. Este Festival deja más de 15 mil millones de pesos en cinco días de duración, llegan 35 mil visitantes, 100% de ocupación hotelera, genera 600 empleos directos y más de mil indirectos.
Además del aporte cultural, impulsa la economía regional; los textiles, hotelería y licores presentan sus mejores cifras para esta época.
Muchas microempresas locales se desarrollan en torno a sus festividades desde la confección de trajes típicos, la industria de alimentos hasta talleres profesionales para reparación y afinación de instrumentos musicales.
No es aceptable que en menos de 5 años el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez nos haya superado en público, tamaño y organización.
En nuestras fiestas de San Pacho no es posible hablar de cifras ni estadísticas sobre cuántos visitantes tenemos, cuánto aportan a la ciudad, pero sabemos que la industria del licor es la única que hace su agosto.
Y claro, que la productividad se disminuye a sus mínimas proporciones, que los mayores aportantes a la Fundación son el departamento, el municipio y el Ministerio de Cultura, lo que nos genera la impresión de que muy probablemente la Fundación no produce  excedentes  por sí sola.
También sabemos su exagerada longitud, más de 15 días, lo que la hace probablemente la más larga del mundo; que algunos de los que ‘san pachean’ comienzan el 4 de octubre su vía crucis por las deudas.
Que hay una resistencia al cambio bajo la premisa de la tradición, que se descalifica el innovar en la realización de los disfraces, como le sucedió a la Yesquita hace unos años.
San Pacho, por Waosolo.jpg

Que la Fundación tiene que recurrir a rifas para obtener recursos, que nuestros vecinos tradicionales el día de su barrio cierran puertas y ventanas desde muy temprano para evadir el tradicional sancocho de las tres carnes y el costo de dar ron pa’ todo el mundo.

El modelo que ha imperado debe cambiar por su salvaguarda antes de que por la enquistada negativa de algunos se acaben por sí solas las fiestas.
No es difícil encontrar un equilibrio y sincretismo entre tradición, rentabilidad y beneficio social, acoger las propuestas de fusionar los denominados barrios chicos que ahora son comerciales con los vecinos de mayor población o entre ellos porque existen otros con una población que demanda representatividad.
Asesorarnos de expertos que nos ayuden a posicionar nuestra fiesta a nivel nacional e internacional, como lo han hecho de forma exitosa Barranquilla, Cali y Valledupar.
Requerimos un esfuerzo público-privado para organizar de forma activa las microempresas locales de confección de cachés, la industria hotelera, impulsar el turismo, hacer atractiva la fiesta a un patrocinador oficial que genere recursos con la promoción. No castigar el esfuerzo de mejorar los disfraces, ni de innovar.
Existen varios modelos exitosos a nivel nacional, de los cuales tomar lo mejor y dar el beneficio que se merecen la ciudad y las fiestas del Seráfico de Asís.
Foto de San Pacho, por Waosolo

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