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Estuvo en la Feria del Libro de Bogotá, por la presentación del libro Postal del oleaje, antología de poetas colombianos y mexicanos nacidos en los 80. 

El cartagenero Luis Mallarino, radicado en Barranquilla, hizo parte de la antología y contó a Color de Colombia cómo es su vida de poeta.
Por Isaura Zapateiro Mena, coordinadora de comunicaciones de Color de Colombia.
Mallarino fue el primero de los 21 poetas citados en llegar a la lectura de 21 poemas de reconocidas plumas colombianas. 
Eran las 4:30 de la tarde y el evento se había corrido media hora, lo que retrasaría el itinerario de Luis, pues tenía que volver a Barranquilla esa misma noche a retomar sus labores de químico farmacéutico.
Fueron 30 minutos en los que Luis Mallarino logró resumir cómo ha sido su camino en el arte y lo que ha debido hacer para no alejarse de este, dadas sus responsabilidades.
«Soy el único que viene de la costa;, no recibí ningún apoyo económico para viajar a Bogotá. De los colombianos soy el único costeño dentro de la antología».

Luis Mallarino dice que escribe desde que tiene uso de razón, aunque su primer encuentro con la literatura  ocurrió en el 2005 cuando participó en el Concurso Nacional de Poesía «Isaías Gamboa», donde recibió una mención de honor.
A partir de entonces me tomé este cuento (la poesía) en serio, dice.
Aunque escribir lo apasiona, reconoce que actualmente no le invierte tiempo suficiente, pues tiene responsabilidades y un trabajo que le demanda mucha dedicación. 
Luis Mallarino es químico farmacéutico de la Universidad del Atlántico desde hace cinco años. Desde entonces le dedica la mayor parte de su tiempo a su trabajo en Procaps,  pues tiene una familia por la cual responder.
Afirma que es difícil complementar el arte con su profesión; en ocasiones piensa que se equivocó y que debió estudiar Lengua Castellana.
«No puedo decir que estoy enamorado de mi carrera. Es el dinero. Me di cuenta desde el primer día, pero nunca tuve el valor de dejarlo», afirma.
La elección de su carrera, fue una decisión que tomó sin ninguna orientación.
«Estudié química por mero accidente y falta de identidad. Era la carrera con el nombre más bonito, además de que parecían dos cosas en una: química y farmacia, pero sobretodo porque mi mejor amigo de esa época escogió lo mismo. Él se retiró, ahora es psicólogo y ya no somos amigos»
Para seguir en el camino de la escritura sabe que tiene que decidir, por lo que dentro de sus planes espera dejar la química en algún momento y aventurarse a vivir del arte. Dice, con picardía, que para esto necesita dos o tres libros muy buenos o cien buenos amigos que le subsidien la vida hasta conseguirlo.
Luis Mallarino1.jpg

Lanzamiento de Postal del oleaje
Hace un año Luis Mallarino recibió un correo electrónico de Jenny Bernal -prologista de la antología-, quien le contó sobre la intención de publicar una antología y le solicitó unos textos para evaluar si podría seleccionar  algunos para publicar.
Un año después, se enteró de que había sido seleccionado y de la presentación del libro en la Feria del Libro en Bogotá. 
Fueron publicados cuatro poemas de su autoría (pueden leerse al final) que fueron escritos hace más de tres años.
Luis Mallarino dice que precisamente por la falta de tiempo  no tiene afán de publicar, que oportunidades como estas se le aparecen y decide ofrecer algo que le parezca bueno.
«En realidad ahora mismo no tengo hambre de publicar, siento que todavía estoy en el momento de mejorar mis textos. Siento que aún no tengo la fuerza suficiente para publicar el libro que yo quiero». 
Al preguntarle cómo es el libro que él quiere sólo dice: tiene que ser fantástico.

Mallarino, que acaba de ganar por segunda vez el Concurso Nacional de Cuento Infantil Comfamiliar, dice que Henry Miller y Julio Cortázar han sido decisivos en su amor por la escritura.
«La verdad es que el químico le pagó el tiquete al poeta», concluye en tono indefinible.
 
POEMAS PUBLICADOS

«Curioso que la gente crea que tender una cama
es exactamente lo mismo que tender una cama»
Cortázar
escribir un poema
es exactamente lo mismo que arrancarse la piel
los poetas son eso:
seres siniestros que se enorgullecen de sus llagas
de sus pústulas / sus laceraciones
seres que se agrietan cuando ríen
seres que se hinchan
se ulceran se encarnizan 
y van a los eventos a mirarse 
entre sí -envidiosos / asesinos- 
y dicen
tengo una llaga en prosa que ganó premio
y sonríen y se agrietan
los poetas mediocres se reconocen
porque tienen la piel casi intacta
con excepción de unos puntos rojos
que son un misterio
para dermatólogos y editores
otros 
se convirtieron en mercantes de la gangrena
y exhiben sus llagas en los mostradores 
o comercian con la purulencia ajena
pero hay otros:
-y estos son los más simpáticos-
tienen la piel reluciente
tratada con aloe vera y Vitamina E
y aún así aparecen en las primeras planas
en los suplementos culturales de los diarios
y en los festivales de poesía inaudita
se sabe que los grandes poetas murieron
sin un centímetro de piel
de allí la miseria
los alaridos
la locura
todos en carne viva
intentando decir que no sirve de nada desollarse
que es mejor buscar un empleo
y cobrar la quincena tranquilo
sin que nadie moleste
(el cajero automático y yo, más nadie)
pero no
nadie hace caso
¡me dan tanta tristeza los poetas!
escribir un poema es exactamente lo mismo
que morder un anzuelo
II
Debes estar harta de alabanzas
así que he venido a humillarte:
No sé si te das cuenta de que todo lo que tocas se hace apocalipsis. Todo lo demueles, lo destruyes. Eres torpe. Se te quiebran las gotas, dejas caer la luna al mar, tomas la estrella equivocada, siembras fuego en terrenos infértiles o floreces en mitad de un otoño devastado. No sé porqué lo haces. Te aprovechas de tus ojos y los usas como trampas sangrientas. Asesina. Eres espeluznantemente bella y lo sabes; causas ternura y aversión, dulzura y repugnancia; eres miel sobre veneno, mordisco en manzana de acero.
Siempre estás apareciendo en cada espejo, en cada jungla, demoníacamente bella, entrometida. Estás en todos los cauces, las causas, los sauces, las cosas, los saunas, las cunas, las quenas, las comas, las cimas, las cumbres, el hambre, los ejes, las siembras, los ojos, los nombres, las hojas, las almas, las muertes.
 No dejas espacio para nadie. Egocéntrica. ¡Quieres serlo todo!, todo lo que tiembla o gime, todo lo que brama o ruge, todo lo que espanta y enternece. Abominablemente bella. Eres el camino y la verdad y la vida; el callejón sin salida y la mentira y la muerte. Eres el grito del grito; la palabra palabra.
Mantienes a los dioses en cautiverio, y vienes aquí a mostrarnos tus manos como prueba de supervivencia. Malvada, asesina, grotesca, frágil, inocente.
En tus ojos las gardenias quiebran el asfalto.
Y el aire que respiras
queda sin aire en tu boca.
III
La poesía está siempre en donde uno menos piensa
por ejemplo 
está en el comején y no en el libro
en el piano destartalado y no en beethoven
en la plaga
y no en el árbol
está -por ejemplo- en el pajar y no en la aguja
la poesía puede que esté
en los algodones de azúcar
no en las nubes
en el hambre…
es más fácil hallarla
en el hambre que en el pan
en la sed que en el vino
a menudo está
en los espacios
que hay entre
las líneas
de un verso
y no en el verso
la poesía está siempre en donde uno menos piensa
por ejemplo
en la factura del teléfono y no en la carta del amante
está en el silencio en el ruido en el susurro imperceptible
en el bullicio en el eco sin voz
y no en la voz
la poesía está en el lapso en que los labios
todavía no son beso
y ya han dejado de ser bocas
la poesía puede que esté entre dos letras
nunca en la palabra
está en cualquier zaguán maloliente
no en salones de eventos ni galerías
está por ejemplo
en la basura y no en el amor
la poesía está siempre en donde uno menos piensa
y pasa que
en estos tiempos -lúgubres-
se piensa demasiado
IV
Se me han ido los días
buscando formas menos despiadadas
de mirarte
buscando rutas
buscando zonas de distensión
entre tu rostro y mis manos
-sin violencia-
sin masacres a favor de la ternura
se me han ido los días
intentando caer en uno de los tantos naufragios
que conducen a tu boca
-sin temores-
sin el miedo a quedar sometido
a una estampida de hojas secas
se me han extraviado los días en tu blusa
-más bien en tu escote-
las noches se me han convertido
en tinieblas que crecen
despavoridas sobre tus manos
y yo con lujuria
cayendo ladrillo a ladrillo
-vencido mudo polvoriento-
y tú con malicia
mirándome así
como miran las enredaderas
antes de abrazar o morder

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