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Reflexiones sobre empoderamiento de una médico que «no es negra y tampoco blanca», pero se identifica negra.
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Por Gloribeth Carrasco Arenas, @gloricarrasco, médica cirujana. Especial para Color de Colombia
Estamos en un gran momento afro que debe ser de gran alegría para quienes luchan día a día por la igualdad de derechos, por la reparación, por la inclusión y porque el racismo sea historia.
Cada noche, cuando pienso en esto, me lleno de alegría, pero queda en mí cierta preocupación. Cuando creemos que brindando espacios a nivel nacional a nuestra gente estamos disminuyendo la brecha de desigualdad, tenemos razón.
Pero olvidamos que es una minoría  la que ha tomado esos espacios con valentía, pues han superado sus límites mentales, si alguna vez los tuvieron, imponiendo sus dones y talentos a pesar del conocido rechazo.
Tal vez ellos sobrevivieron a, o asumieron diferente, la secuela que ha generado en muchos los antecedentes de esclavitud.
«Las secuelas de la esclavitud»… qué hacer con esa mayoría que siente rechazo, un rechazo que a veces no viene de otros, sino que viene del interior de su ser, o trasmitido de generación en generación.
El negro muchas veces también auto-discrimina, no porque sea su esencia, sino porque la repetición marca la psique del hombre. Recuerdo con asombro y dolor cuando mis compañeras de escuela, por tener la piel un poco menos oscura, se burlaban y hacían chistes de mi color.
Me sentía mal porque pensaba «no soy de aquí ni soy de allá» y me decía «¿y es que este cabello apretado no vale de nada? Crecí y las cosas siguen iguales. Ahora hay quienes me dicen «vos no sos negra», y yo respondo, con ironía, ¿entonces blanca? Y hacen cara de tampoco… 
Hoy estoy convencida de que ser negro es más que piel. Es una forma de vida, es una historia que nos identifica y cuando reflexiono me doy cuenta, tristemente, de que aún no nos auto-reconocemos.
Que sufrimos de una patología colectiva, «las secuelas de la esclavitud», y que hasta que no demos tratamiento y sanemos esas heridas, los espacios de inclusión no serán llenados satisfactoriamente.
El día en que mi raza negra se acepte, se auto-determine y se ame verdaderamente, no tendremos que luchar por esos espacios, los tomaremos sin permiso, porque primarán los talentos y se irán los miedos.
Así que el trabajo está en la auto-aceptación, en conocer el pasado y asumir el presente, un presente en el que somos libres, en el que somos iguales, en el que somos fuertes, porque la historia nos hace grandes en superación a pesar de la adversidad.
Ahora es el momento de cortar con esas cadenas que nos siguen haciendo sentir inferiores, pobres, feos, etc, y es hora de que el reconocimiento no sea de unos pocos.
Es hora de que el orgullo afro se haga sentir y muestre una población que sí juega bien al fútbol, lleva el ritmo en la sangre, pero que tiene otros talentos y que ya está académicamente bien preparada para hacer País.
Es hora de crear más espacios donde se recuerde con orgullo nuestra historia, donde se incentive la autoestima colectiva, donde nuestros líderes sean héroes y heroínas. 
Estos son verdaderos espacios para «reparar el daño histórico». Lo que nuestra gente necesita es educación, auto-reconocimiento y orgullo, exaltar lo que fuimos, lo que somos y lo que estamos logrando.

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