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Necesario pero amenazador, el proyecto de un código ético para Internet amerita una profunda discusión acerca de sus alcances y de las intenciones de sus principales promotores.
 
Entidades como Amnistía Internacional, Microsoft, Google, Human Rights Watch, Yahoo, el Consejo Internacional de Derechos Humanos y Vodafone participan en la elaboración del reglamento (con la coordinación de 2 beneméritas instituciones: Center for Democracy and Technology, y Business for Social Responsibilit), que se espera suscribir antes de finalizar este año.
 Quienes se proclaman como garantes de las libertades de empresa, mercado y expresión con este mecanismo esperan frenar la intervención de los estados y gobiernos, impedir la censura en Internet y sancionar a quienes suministren tecnología que sea utilizada para violar las libertades, vigilar actividades legitimas de los ciudadanos u obstaculizar la circulación de material democrático en países en desarrollo, de acuerdo con lo afirmado por Leslie Harris, director ejecutivo del Center for Democracy and Technology.
 
FINALIDADES OCULTAS
 
Sin embargo, la dudosa rectitud de algunos participantes -y el sesgo ideológico claramente capitalista a ultranza-, permite cuestionar los alcances y finalidades ocultas del proyecto.
 
¿De dónde acá resultaron en defensoras de la libertad de mercado aquellas compañías reputadas por su apego a prácticas monopólicas (eso sí, en manos privadas)?
 
¿Pueden calificarse como benefactores de las libertades individuales quienes se oponen encarnizadamente al software libre;  ó quienes roban al descubierto la propiedad intelectual ajena, mientras se oponen con saña al aprovechamiento social de sus descubrimientos?
 
¿Favorece Google la libre información cuando obtiene ingresos por la divulgación (no autorizada) de noticias elaboradas por periódicos europeos y  cuando se niega a incluir sin costo el mapa digital de ciudades latinoamericanas en google Earth?
 
Y ¿Qué decir de las firmas que hacen donaciones a gobiernos y políticos adeptos, para obtener a cambio jugosos contratos y que siempre están dispuestas a cooperar, con autoridades que les son proclives, en la persecución de los opositores legítimos?
    
CUENTOS CHINOS
 
En estas circunstancias, es de esperar que Microsoft no sea castigado por su colaboración con los servicios de inteligencia estadounidenses y mexicanos o por las ventas, después de entregar generosas donaciones, a organismos gubernamentales de países amigos y que algo parecido suceda con Huawei, el fabricante chino de equipos de telecomunicaciones.
 
A propósito, si defensores de Derechos Humanos han denunciado al gobierno chino y a Yahoo por la persecución cooperada de periodistas y bloggers de ese país, deberían hacer lo mismo con Huawei por actos como los que –sin otro resultado que el resentimiento de algunos burócratas implicados- denuncié aquí mismo en Blogestión  hace varios meses:
 
SALUDO A LA BANDERA Y SERIA AMENAZA
 
De igual manera, será satisfactorio conocer el informe de Amnistía Internacional que sanciona a Vodafone por el suministro abusivo de datos de sus abonados y a MySpace por la lentitud en crear mecanismos de protección contra los abusadores sexuales (se calcula que hay cerca de un millón de estos criminales identificados ¡y libres! en los Estados Unidos)
 
La opinión aplaudirá a Human Rights Watch cuando devele los sabotajes tecnológicos contra países opuestos a la política externa estadounidense y denuncie a quienes suministran apoyo tecnológico a las potencias árabes -y al mismo Israel-, para operaciones terroristas.
 
Por que, de no ser así, el código ético para Internet será, como de costumbre, un saludo a la bandera de las barras y las estrellas y una seria amenazas para quienes no acaten los lineamientos del poder global.
 
Una ética así, sesgada y conducida por objetivos mezquinos, se constituye, en últimas, en un arma que subyuga en vez de liberar las capacidades constructivas y el potencial humano: algo por completo opuesto a lo que es Internet.
 
Este tipo de discursos se basa en una falsificación ideológica que victimiza a los seres humanos y erige a unos en jueces y ‘defensores’ de los derechos supuestamente vulnerados por los otros, los que les son contrarios.
Una auténtica guía ética para Internet debe resultar de las expresiones concretas de los internautas -más que de las empresas tecnológicas-, de los ciudadanos de la Aldea Virtual incluidos aquellos que no tienen voz ni voto. 
¿Imposible?  ¿Utópico? Como lo señala el filósofo Alain Badiou, se requiere imaginación, inventiva para diseñar una nueva democracia y audacia para construir una especie de Nética (ética de la Red), consistente y coherente, que permita el despliegue del potencial social y humano.

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