Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Oportuno el lanzamiento del llamado compromiso nacional por la seguridad vial, justo al comienzo de la semana con mayor cantidad de viajes por carretera. Saludable, además, que se busque la unidad de criterios entre de las entidades involucradas, como el Ministerio, la Policía de carreteras, el Fondo de Prevención Vial, alcaldías y gobernaciones, etc.

Con todo ese respaldo (y una jugosa pauta, financiada con el 10 por ciento de los recaudos por seguro obligatorio de vehículos), el tal compromiso se plasma en diseños simplones y mensajes pusilánimes con resultados, ojalá no, contrarios a los propósitos que se buscan.

Avisos legendarios

Cuando se pretende transformar comportamientos sociales (como los que dan  lugar a las estadísticas de accidentalidad), es preciso examinar, más allá de las mismas cifras, la complejidad de los procesos sociales, a fin de generar estrategias efectivas de comunicación.

Las consabidas fórmulas publicitarias han probado ser ineficaces para modificar hábitos y conductas arraigadas en algunos sectores de población. Avisitos legendarios como “prohibido parquear”, “no bote basuras aquí” o “cruce con cuidado” (más directos, claros y explícitos no pueden ser), nunca consiguen esos propósitos por sí solos, sino por la conjunción deliberada y sistemática de diversos factores.

Una voz, una vez

Es alta la correspondencia entre las normas escritas y la opinión de las personas acerca de la importancia de su cumplimiento. Pero,  como lo señala el ex – alcalde Paul Bromberg (el bogotano que, sin duda, más ha estudiado estos temas como coordinador del 1er programa de cultura ciudadana hace ya más de 12 años), los cambios se deben producir en aquellos puntos donde la acción colectiva se constituye como núcleo generador de problemas.

Nadie, individualmente considerado, deja de aceptar la inconveniencia de superar los límites de velocidad, irrespetar las señales, pasar por la mitad de la vía, conducir embriagado, etc. De hecho, todos alguna vez hemos incurrido en una de esas conductas. Pero, cuando en un momento (como las vacaciones de Semana Santa), o en un lugar (la Zona Rosa o el Boquerón), muchos coinciden en esos comportamientos, se genera una catástrofe.

Los fetiches

La noción, fetichista, de que ésta es la sociedad del automóvil (¿De cuándo para acá la sociedad es de aparatos y no de personas?), subsiste detrás de los argumentos en que se sustenta ésta campaña.

A su lado, otra idea fetichista, también expresada por el ministro del transporte en el evento de lanzamiento, sostiene que el éxito de un mensaje radica en su repetición: la vieja fórmula memorística (y publicitaria), que sobrevalora el papel de los medios masivos en detrimento de las interacciones y la comunicación humana.

Vale, por eso, reflexionar (a propósito de los días que vienen) sobre aquello de que de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno;  como de conductores mal informados podrían repletarse las carreteras en vacaciones.

——–

Compartir post