La vertiginosa expansión de las llamadas redes sociales ilustra un hecho incuestionable: estamos en la Sociedad Red donde quien quiera y necesite puede comunicarse con quien quiera y necesite sin ninguna dificultad.
Lo cierto es que, más allá de las cifras estatales (siempre a la zaga de la realidad que el mismo Estado pretende conducir), Internet cubre franjas crecientes de población y que prácticamente no hay persona con cuenta de correo electrónico que no esté inscrita al menos en un sitio como Friendster, MySpace, Facebook, hi5 ó, en fin, cualesquiera de los tantos portales donde puede intercambiar información con familiares, amigos y, de hecho, con todo el mundo.
Crecimiento sin restricciones
La idea de crear comunidades sobre plataforma web surgió en 1994 con GeoCities de David Bohnett. Sin embargo, la intención de Yahoo de imponer restricciones a los usuarios del proyecto (que adquirió en 2000), produjo el retiro masivo de abonados y la rápida declinación del sitio.
Otras propuestas, con criterios más amplios y libres, generaron otras redes de crecimiento extraordinario: se calcula que MySpace cuenta hoy con más de 250 millones de usuarios (y que diariamente se vinculan cerca de 200 mil personas más). Facebook estima que los perfiles de sus inscritos contienen más de ¡dos mil millones de fotos!
La pronta aparición de Gadget-maker, el sitio de intercambio de Google, seguramente llevará esas cifras a dimensiones insospechadas.
Influencia maligna de los medios al alcance
Pero, más allá de los efectos de estas tecnologías en los intercambios de información, las conversaciones, el esparcimiento, los juegos y el comercio electrónico, etcétera; abundan las críticas contra la influencia maligna en parejas, familias, grupos y comunidades.
Desde una perspectiva menos anacrónica habría que pensar las tecnologías como instrumentos creados por y para la misma sociedad y no ésta (con toda su bondad y sus errores)como consecuencia de aquellas: cuando la gente quiere y puede y necesita relacionarse lo hace a través de los medios a su alcance bien sea SMS, chat, mensajes de correo o conversación directa.
La sociedad es, en efecto, una red. Siempre lo ha sido. Sólo que nunca como hoy fue tan primordial estar ¿conciente y deliberadamente- involucrado en la red para producir, aprender, conocer o, simplemente, disfrutar.
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