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Su nombre encabezaba la lista que tenía en sus manos la policía del aeropuerto. Era él. Sin lugar a dudas. Y, como es sabido, las órdenes ni por casualidad deben dejar de cumplirse. Menos aquellas que, igual al destino, vienen inapelables de arriba.

Tentadoras ofertas

Al comienzo pareció un ofrecimiento atractivo: la compañía aérea pagaría a cuatro pasajeros la estadía por una noche más 400 dólares a cambio de que dejaran voluntariamente ese vuelo para meter, en su lugar; a unos empleados de la misma compañía aérea.

La primera oferta se presentó cuando la aeronave estaba presta para tomar pista y levantar vuelo, según anunció la azafata. Pero nadie la aceptó.

Sorprendida, la muchacha consultó al capitán por el auricular colgado del chaleco. El piloto llamó a la torre y ésta transmitió la pregunta a un cubículo conectado con la central de información de la compañía.

El servicio, impecable, de información de la compañía devolvió la respuesta casi al segundo:

¡Suba la oferta a ochocientos, con cuenta abierta en suite de lujo y regreso de primera mañana!

Ahora tampoco nadie aceptó. Embutido en su asiento, el doctor Dao analizó el asunto con ojo de jugador experto: en la Serie Mundial de Póker, hace diez años, ganó cerca de 250 mil dólares, libres de impuestos. En Mississippi, cuando fue segundo en el Harrah’s Tunica, recibió 120 mil dólares.

Entonces ¿qué hacer? se preguntaron al tiempo la azafata, el capitán, el de la torre, el gerente local y la analista, una pujante mocetona de Nueva York que trabaja para una empresa la que, a su vez, trabaja para otra más grande que, a su turno, factura con la compañía aérea por el manejo de la información sobre vuelos comerciales.

Persistencia

Nunca antes habían tenido ante sí tamaño problema. Para todos era prácticamente imposible (aunque matemáticamente probable), que ninguno de los 167 pasajeros estuviese dispuesto a aprovechar semejante oportunidad, la de su vida, quizás.

Dr. David Dao. (Nac: Jun. 1943. Vietnam). Oficial de enlace adjunto al U.S. Army durante la guerra. Recibió visado e ingresó a USA en 1980. Grado de médico en UCLA. Trabajó como funcionario en prisión estatal de Michigan City. Ejercicio medicina general en hospitales y clínicas de Kentucky. Casado con Teresa (Nac: Feb 1943. Vietnam).

Condenado en 2003. Prisión: Dos (2) años y ocho (8) meses. Fianza: U$5 mil. Cargos: Suministro de opioides a cambio de dinero y favores sexuales. Suspensión de licencia médica.

Se defendió como pudo. Desempeñó diversos oficios. Estudió y fue cocinero. Asistió a cuanto curso de reparación ofrecían iglesias y grupos de autoayuda. Se metió al juego. Llegó casi a la cima.

Persistió hasta que, hace unos meses, el Colegio Médico de Kentucky aprobó devolverle la licencia profesional. Reabrió la clínica familiar (cuatro de sus cinco hijos con Teresa, y ella misma, ejercen la medicina) y con coraje norteamericano se dio a la tarea de convertirse en un ciudadano cumplidor de sus deberes.De Chicago  Louisville

Protestas pasajeras

Nadie. Ningún pasajero, impacientes todos por el largo retraso de la salida, acogió la propuesta. Con labios sorprendidos en mohín televisivo, la azafata dio media vuelta. Su mirada lanzó al piloto al micrófono en busca de instrucciones con la torre.

El controlador a cargo del vuelo, entre Chicago y Kentucky, de United Airlines el domingo 9 de abril de 2017 no pudo hacer más que trasmitir el mensaje: ninguno se quiere bajar.

Por las redes internas al servicio de la aerolínea cruzaron datos, cómputos hasta que salió la decisión, comunicada por el gerente local a la tripulación y por ésta a los clientes: había que desalojar, a como diera lugar, a cuatro (4) individuos, seleccionados automáticamente por una computadora que, al azar, los escogió.

Los primeros, una pareja, descendió sin incidentes. El gerente invitó, enseguida, al doctor Dao a abandonar la aeronave. Como éste insistía en negarse, ordenóa los guardias de servicio sacarlo.

Los uniformados superaron a golpes los alegatos de Dao, su condición de veterano y médico, quien mañana tenía pacientes impostergables. Suplicó y pataleó. Pidió explicaciones.

Sordos, los guardias cumplieron la tarea. Por sobre la incomodidad de los testigos dedicados a registrar el incidente en sus smartphones, sacaron del avión al desventurado compatriota con la cara sangrante.

Ahí está el detalle

La noticia, como era de suponer, cundió por las redes. Trinos, mensajes me-gustas, compartires, reproducciones y memes cruzaron la galaxia Internet, casi unánimes en rechazar el abuso contra el galeno desventurado.

Aunque no se sabe qué pasó con el cuarto expulsado, el vuelo debió aterrizar sin más contratiempo en su destino.

Dao se encuentra metido desde entonces entre una tanda de reporteros, cámaras y entrevistas sobre su vida. Los detalles empezaron a conocerse desde el mismo instante en que el sistema arrojó su nombre al azar.

Nada se sabe, por ahora, de su carrera como oficial en la guerra de Vietnam, vinculado al ejército norteamericano lo que le permitió obtener la nacionalidad estadounidense.

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