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Es posible que la huelga del martes 6 de febrero de 2007 en España, no tenga los resultados esperados por los grupos de usuarios de telefonía móvil indignados por un nuevo aumento de las tarifas.
 
Quizás la reducción de las llamadas o de SMS enviados no llegue a simas concluyentes: es un día laboral, muchas personas, aún queriéndolo, no podrán prscindir del móvil (cada vez más necesario en el trabajo, el estudio y demás actividades sociales) y las circunstancias de la cotidianidad dificultan cortes radicales.
 
Es improbable que las empresas resuelvan no aplicar los aumentos y escuchan razones distintas a su propia y desmedida ambición de ganancias. Pero, con certeza, se están exponiendo a perder la estima del público mientras despilfarran en ‘responsabilidad social’, ‘imagen corporativa’ y demás subterfugios publicitarios.
 
Es difícil que las autoridades decidan ir más allá de donde han ido e impidan que normas promulgadas para proteger los intereses de los consumidores, se retuerzan a favor de los grandes emporios y contra los ciudadanos inermes.
 
Pero la iniciativa, más que una simple protesta de usuarios preocupados por su bolsillo, simboliza un intento por establecer un esquema de relaciones en donde la acción colectiva y decidida de los consumidores, supere la incapacidad de las autoridades y acalle los abusos de las compañías.
 
SUBIR ES P’ARRIBA
 
Los grandes operadores (encabezadas por Movistar de Telefónica, que lidera el mercado con el 46%. El resto se lo reparten Vodafone y Orange mientras Euskatel y Happymóvil tienen una participación reducida) obtendrán con las alzas anunciadas ingresos adicionales de mas de 771 millones de euros respecto de los ingresos del año pasado.
 
Precisamente, al cierre del 2006, dichas compañías expresaron su preocupación por la expedición de la ley 44/06 o ‘ley contra redondeo’ que obliga a cobrar únicamente los segundos de comunicación efectiva. Entonces, clamaron, sus márgenes de utilidad se verían seriamente disminuidos.
 
De inmediato se dedicaron a diseñar fórmulas de recuperación y no hallaron una más fácil y rápida que el dichoso aumento, aunque las tarifas, que en España son casi 2 veces más costosas que las de Dinamarca, Holanda o Bélgica, a pesar de que el mercados ibérico es más grande que el de esos países.
 
Además, en España se cobra un ‘cargo de establecimiento’ (por inicio de cada llamada) que en este momento es de 12 céntimos de Euro (unos $col 328, al cambio de hoy) y subirá a 15 céntimos ($col 437, aprox.), mientras el minuto de conversación por Moviestar subirá de 18,4 céntimos a 21,45 céntimos/minuto a partir del 1 de marzo próximo.
 
REACCIÓN EN RED
 
Frente a esos anuncios, y de manera espontánea, se formaron varios grupos de opositores a las alzas quienes inicialmente plantearon convertir el 1 de marzo en el día del sin móvil. Otros han optado por adelantarse y promover la huelga del martes F-06 como actividad preparatoria de próximas des-movilizaciones.
 
Lo cierto es que miles de blogs, infinidad de mensajes de Internet y notas de prensa están divulgando velozmente la convocatoria al punto de presionar una declaración ambigua del ministro socialista de Industria en donde se asegura que los aumentos ‘beneficiarán a los usuarios’.
SILENCIO, CAÑA Y AMIGO
Los relacionistas públicos de los operadores de telefonía móvil (tan vocingleros cuando se trata de promocionar productos o planes o de enaltecer las geniales decisiones de los directivos), mantienen un extraño silencio frente a la huelga de sus usuarios.
 
Antes, en diciembre, al menos hubo algunas declaraciones confusas en contra de la prohibición del redondeo. Pero ahora, tal vez por arrogancia más que por temor, no articulan palabra.
 
El año pasado surgieron en España nuevas compañías de telefonía móvil (Yoigo, Carrefour, Happy Móvil y Euskaltel) que por ahora sólo cubren el 1% del mercado hispánico, pero podrán crecer a costa de la ineptitud, la torpeza comercial y la jactancia de los grandes.
 
Habrá que seguir el desarrollo de éstos hechos y extraer lecciones aplicables al entorno latinoamericano donde la competencia entre Movistar, Telmex es ardua (en televisión la cosa está agitada, como veremos más adelante) y donde son reiteradas las presiones para obtener alzas desmedidas con el argumento (que, bien visto, es pura caña) de que aquí se pagan las tarifas más bajas del planeta.
 
Sobre el papel, un minuto de celular en Colombia puede costar 3 veces más que en España y 6 más que en Bélgica. La diferencia de precios con el mercado callejero indica, por una parte, que los operadores cuentan con espacio más que suficiente para reducir tarifas.
 
Pero, por otra parte, la oferta informal representa un tubo de escape para los usuarios que no sienten –pese a la abismal diferencia de ingresos con Europa-, la necesidad de pelear por sus derechos, mientras reputados lambones aplauden la designación de César Alierta como ‘amigo apasionado del país’, por cuenta de los relacionistas públicos de turno.

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