El flujo internacional de documentos impresos se acrecienta debido a que las transacciones se multiplican gracias a Internet. Muchos de esos documentos tienen que ser legalizados y apostillados en el país de origen para que tengan validez en el extranjero.
Aún no tengo clara la diferencia entre una y otra cuestión (legalizar o apostillar). El Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia tampoco pero, bueno, yo soy un sencillo ciudadano y aquel es el órgano del Estado responsable, entre otras cosas, de apostillar, legalizar y todo lo demás que necesiten tales documentos.
Una sola oficina de tramite de sellos oficiales es, evidentemente, insuficiente para atender a miles de ciudadanos que tienen que viajar hasta Bogotá para recibir el favor. Muchos son devueltos pues el documento expedido en su ciudad no cumple los requisitos aunque, lamentablemente, nadie en el Ministerio los conoce.
Llamar por teléfono es infructuoso (ni siquiera hay un número nacional de información para estos asuntos), consultar la página web es inútil y los celadores (por supuesto, de una empresa privada) no tienen ni idea.
Despues de extensas filas atiende, por fin, una funcionaria en vísperas de jubilación, con cara de recomendada política de la época de Turbay Ayala (Sí. El siglo pasado hubo un presidente de la República famoso por su habilidad para colocar ahijados políticos en los más inusitados cargos y mantenerlos ahí hasta la eternidad o hasta ahora, por lo menos). Obviamente, la funcionaria está más interesada en conversar con su colega burócrata que en atender las súplicas de los usuarios.
Una atmósfera anacrónica, de despacho público polvoriento y lerdo campea en el ambiente. La información, incompleta, mal presentada y con torpe redacción, se pega con cinta adhesiva en los ventanales, al lado de las largas y angustiosas colas de gente que debe destinar, si bien le va, un promedio de 5 horas para obtener la legalización (o apostilla), de un documento que le permitirá obtener el visado para estudiar, trabajar o simplemente viajar al extranjero.
En numerosas ocasiones la ministra de relaciones exteriores (casualmente hija de un presidente de la República del siglo pasado que no era Turbay aunque se le parecía en todo), ha señalado la necesidad de «proyectar» la cara amable y moderna del país en el exterior. Un cambio en la oficina de trámite de legalizaciones y apostillas, apuesto, serviría más que los discursos de la ministra. Apuesto.
Este año la peste obliga a pasar encerrados las fiestas de los difuntos. De todas maneras, la gente, quienes quieran, harán su celebración en casa. Pero Libre Albedrío en sí no tendrá el acostumbrado jolgorio con música, licores, baile, comida y más baile. Sobre los...
y llamar estando cerca, es mas economico o me equivoco
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Hola Carlos, pues te comento que esa herencia la traemos de España, acabo de pasar por el trámite inverso y creeme… es IGUAL.
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