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En pleno siglo XXI hemos vuelto a una época de oscurantismo donde la inmensa mayoría de jóvenes y adultos viven conectados a Instagram y Tik Tok consumiendo vídeos mediáticos de youtubers, influencers o personas del común haciendo o diciendo cualquier cosa graciosa, ridícula, bailando o mostrando su cuerpo de manera sensual. Estamos en una época de lo absurdo, frívolo y lo decadente, en donde personas que crean contenido vacío hacen fortunas diciendo o haciendo cualquier cosa superficial, ya que la inmensa mayoría consumen productos ligeros que no les represente esforzar ningún proceso cognitivo como analizar, interpretar, abstraer, reflexionar y etc. Vivimos atados a lo mediático a causa de un tiempo que se consume entre una cotidianidad de la sobrevivencia y un exceso de información sobre el mundo que no se logra procesar, entonces una parte de la población prefiere el no pensar, seguramente, como forma de escape, mientras otros, la mayoría, consideran que el pensar y el reflexionar les representa una exigencia mental.

Quizá estamos en un tiempo donde el ser humano está más conectado a su ego y entonces, un sinnúmero busca un reconocimiento que los haga sentir importantes en medio de un mundo en el que, paradójicamente, nadie es relevante, puesto que cada cual está solo interesado en su propia existencia.

Hay una gran cantidad de contradicciones en esta época como, por ejemplo, en que la inmensa mayoría no lee, lo cual es incoherente con la globalización y la democratización del conocimiento que significa que cualquiera lo puede adquirir en bibliotecas o navegando por internet.

Dejar de leer es hacer a un lado procesos intelectuales complejos como analizar, inferir, interpretar y abstraer la realidad; necesarios para desarrollar en los niños y jóvenes procesos cognitivos más complejos que despierten en ellos diversas habilidades. En el caso de los adultos los hace críticos y según varios estudios fortalece las conexiones neuronales y protege al cerebro de perder la memoria. Así que dejemos de plantear que las nuevas dinámicas de la sociedad son estar conectados a las redes sociales, ver videos cortos en Tik Tok o de Instagram porque esto a lo único que nos está llevando como humanidad es a una mayor decadencia, a la inutilización de los procesos más complejos de nuestro cerebro como la creatividad, el análisis de la realidad y el ser críticos frente el acontecer de la humanidad.

De tal manera que si seguimos así en algún momento de la historia la inteligencia artificial nos reemplazará para pensar por nosotros y eso puede significar ser dominados por máquinas, lo cual, aunque suene a ciencia ficción, no está lejos de lo que podría ocurrir. Que la IA piense por los humanos no será sino una manera de desaparecer como especie.

Nuestra única forma para salir de esto es invirtiendo los papeles, es decir, usar las redes para buscar videos con contenido y a través de estas debatir sobre textos que nos exijan procesos complejos de compresión, por otro lado, no usar la IA para que piense, escriba o cree por nosotros porque en el momento en que lo empecemos a hacer nos volveremos sus esclavos y no habrá retroceso para que no tenga poder sobre la humanidad. El hecho de dejar que piense y cree por nosotros la humaniza y como paradoja nos deshumaniza convirtiéndonos en entes básicos alejados del arte que sensibiliza y hace posible otros mundos y, además, nos imposibilita para transformar el devenir de la humanidad a través de la ciencia; ambas son formas de ejercitar el cerebro y desarrollar habilidades y pensamiento. Alejados de estas no seremos sino zombis dedicados a suplir placer a los sentidos haciendo parte del ocaso del homo sapiens sapiens.

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