Omar Oróstegui Restrepo
Director Bogotá Cómo Vamos
@bogotacomovamos
Cada 40 segundos se suicida una persona en el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Una preocupante realidad que, a pesar de ser prevenible, carece aún de políticas específicas que aborden este creciente problema de salud pública.
En las últimas cinco décadas, alertó en su momento el organismo, este fenómeno se ha incrementado en casi un 60%.
En 2015, fue la segunda causa de fallecimiento de las personas entre 15 y 29 años. En Colombia, de los 2.310 suicidios reportados en 2016 -unos 6 por día-, según cifras del informe Forensis del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, alrededor de 900 correspondieron a jóvenes en ese rango de edad.
“La mayoría de los países no ha establecido una estrategia nacional de prevención del suicidio”, señala la OMS, una falencia lamentable por el impacto social que hoy genera la desaparición temprana de población económicamente activa.
Colombia, en particular, ha desarrollado planes y lineamientos que tangencialmente abordan el fenómeno, desde la perspectiva de la detección temprana de sus señales. Como parte de su Política Integral de Atención en Salud, el Ministerio de Salud y Protección Social contempló la creación de una ruta de atención integral a los problemas y trastornos mentales, con la cual busca, para 2021, reducir la tasa de mortalidad por suicidio y lesiones auto-infligidas a 4,7 por cada 100.000 habitantes (en 2016 se ubicó en 5,20 por cada 100.000 habitantes).
Sin embargo, aún son insuficientes las medidas para contrarrestar dicho fenómeno en el país -que aumentó en 242 casos entre 2015 y 2016-, particularmente por la obligación que tiene el Estado de conservar la vida de sus ciudadanos, aun cuando estos quieran acabar con ella. En Bogotá, por ejemplo, los suicidios aumentaron en un 10% en el último año.
En el caso particular de los jóvenes, la Red de Ciudades Cómo Vamos publicó, meses atrás, un informe especial sobre la situación de esta población en 19 ciudades del país, que incluyó la proporción de suicidios cometidos por personas entre 18 y 28 años. Las cifras de algunas capitales son alarmantes: Pereira registró un 37%; Manizales, 36%; Bogotá, 35%; Medellín, 29% y Cali, 29%, encabezando, así, el listado de las ciudades con mayor proporción de suicidios en población joven.
Muchos de estos casos, advierte la OMS, se producen de manera impulsiva y en momentos de crisis. El conflicto con la pareja o expareja, por ejemplo, fue el motivo por el cual 277 colombianos terminaron con su vida en 2016; 154 lo hicieron por razones financieras y 148, por desamor.
La detección y tratamiento oportuno de la depresión es vital para prevenir el suicidio, lo cual va de la mano con la formación de los profesionales de la salud en la identificación temprana de sus señales de riesgo, tanto en consulta médica como en la línea de atención telefónica a quienes pasan por momentos difíciles en su vida.
La OMS también recomienda brindar apoyo psicosocial en las comunidades, reducir el acceso a los medios para suicidarse, hacer seguimiento a quienes han tratado de hacerlo, tener medios de comunicación que informen de manera responsable sobre este fenómeno e implementar políticas para reducir el consumo nocivo de alcohol.
El reto para Colombia es, sin duda, enorme. Prevenir el suicidio demanda un trabajo interinstitucional, que sea integral, coordinado y continuo, a fin de ofrecer alternativas de realización personal a los ciudadanos en situaciones de crisis. Su objetivo: salvaguardar vidas.
[…] Artículo publicado en el blog ‘Ciudades Cómo Vamos’, de la Red Colombiana de Ciudades Cómo […]
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