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En el anterior escrito en el cual dejaba claro muchas de las cosas que siento, de todas las opiniones y juicios que éste generó, hubo uno que me causó mucha risa. Decía así ¨los príncipes son para los cuentos, lo mejor es que te busques un lobo feroz: te ve mejor, te oye mejor y hasta te come mejor¨. 

Y tiene toda la razón aquel lector, lástima que su contra propuesta fuera basada en otro cuento, porque si hay algo que nos han hecho los cuentos infantiles, es hacernos daño. Nos cuentan unas historias fantásticas, que de niños nos la creemos, pero que nos causan dolor cuando crecemos, descubriendo que todos los hombres son sapos, que el mundo está lleno de brujas, que el lobo feroz no es más que una mujer que está detrás de lo que no es de ella, que los enanos no son tiernos y más bien son unos morbosos que fastidian y que el mundo está lleno de Peter Pans, hombres que jamás crecieron. Malditos libros, nos hicieron crecer esperando algo maravilloso, para después darnos una bofetada con la realidad.

Yo no soy una princesa y no espero que se lo crean, en mi vida he estado aislada en la torre de un antiguo castillo, afortunadamente. Tampoco tengo una perversa hermanastra quien junto a una madrastra me hagan la vida imposible y poniéndome a limpiar mi propia casa, las hubiera denunciado por violencia intrafamiliar o cualquier otra cosa. Mucho menos vivo dentro de una bota vieja y mal oliente. Claro está que una vez que le llevaba unas cosas a mi abuela si me di un buen susto y no fue por culta de un lobo feroz, aún peor, casi me secuestran, pero esa es otra historia que ya se está borrando. ¿Y eso de volver a las doce porque se perdía la magia? Bueno me acuerdo que una vez si me pasó que mi padre fue hasta la fiesta, me sacó de allí y no volví a tener carro por varios meses. 

Realmente esos cuentos infantiles son crueles, nos han hecho mucho daño, nos cuentan historias con finales felices que acaban en el momento justo y adecuado. Finales facilistas e irreales ¿Y vivieron felices para siempre? ¿De verdad, para siempre? ¿Él jamás se fijó en otra? ¿Ella nunca le odió por dejarla de consentirla? ¿O él no se cansó de ella por su temperamento fuerte? El amor se acaba en la vida real, sólo queda una costumbre que nos utiliza y todo se hunde. 

No me imagino a la pobre Blanca Nieves criando niños, planchando camisas, ni cocinando. O a la guapa Rapunzel con canas, a una cándida Risitos de Oro visitando la peluquería para que la peinaran y la dejarán como no quería, del cuento de las habichuelas mágicas prefiero no opinar, porque para mi ese ya raya en el tema de las drogas. Pero tampoco me imagino una linda niña que se la pasa dormida todo el tiempo, eso es mentira, es que se la pasa de fiesta y no puede mantenerse en pie, que eso ya es otra cosa, y así con todos esos cuentos. Cuentos que nos alegraron la infancia pero nos amargan la adustez. 

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