Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

«Esto es lo que ve el corresponsal mientras escribe acerca de las tácticas y de la estrategia militar, mientras habla de generales y de héroes, más o menos auténticos, o sólo de sí mismo. Coge de su bolsillo una cajita encerada; es su comida. Dentro de la cajita hay dos pequeños paquetitos de duros pasteles de sabor absolutamente insulso. Hay un poco de queso y un tubo de píldoras de vitaminas, una rodaja de limón, con la que conseguir que el agua de la cantimplora tenga un gusto menos malo, y un pequeño paquetito con cuatro cigarrillos. Esa es su comida, comida con la que deberá mantenerse en constante trabajo y en tensión durante bastantes horas. Y si se ha avanzado, mientras come, sediento, verá cómo se le acercan niños semejantes a insectos, rascándose y sorbiendo por la nariz, con una nariz llena de mocos; y estos niños lloriquearán por una de las galletas e incluso por alguna pastilla vitamínica. Gritarán: –Caramela, caramela, caramela…! Okey! Gratias! Good-by! Y si él da las galletas a alguno, entonces aparecerán muchos niños más, sucios también y con caras de insecto. Y éstos gritarán también: — Caramela… caramela…!»

Hubo una vez una guerra. John Steinbeck.

www.catalinafrancor.com

Compartir post