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No nos va muy bien en el ranking de competitividad del Foro Económico Mundial (FEM).
Las economías más prósperas, de mejor calidad de vida y por añadidura, más equitativas, son aquellas en las que la calidad de la educación juega un papel crucial en los proyectos públicos, colectivos e individuales de largo plazo. 
 Ciudadanos mejor educados no solo son más solidarios y respetuosos;  son más productivos. Hay una relación en línea directa entre la calidad de la educación y la competitividad del país. Por ejemplo, lo que una nación exporta al mundo refleja qué tanto interés se aplica al conocimiento y la educación.
El Foro Económico Mundial  acaba de lanzar la versión 2012-13 del informe global de competitividad. Como ya se ha dicho, Colombia obtuvo el puesto 69 entre 144 naciones analizadas, una posición menos favorable que en el año inmediatamente anterior.
La posición en el ranking depende de varios paquetes de indicadores agrupados en doce pilares que incluyen numerosos indicadores cada uno, como: la calidad de la infraestructura, instituciones, entorno macroeconómico, tecnología, educación básica y superior, entre otros.
Por supuesto, no sorprende que en materia de infraestructura nos vaya pésimo. En el indicador ‘calidad de las carreteras’ obtenemos el lugar 126 (¡entre 144 países!), un nivel de craso subdesarrollo. La ‘calidad de la infraestructura portuaria’ nos ubica en la posición 125.
¿Cómo le va a Colombia en educación?  En ‘calidad de la educación básica’ estamos en el puesto 98. «Maluco», ya que la calidad en ese tramo de la formación es crucial para la educación superior. En cuanto la educación en ciencias y matemáticas, el cuento es dramático: lugar 107.  Menos desalentador es el puesto que Colombia tiene en materia de ‘calidad del sistema educativo superior’, indicador que nos coloca en el número 77.
Volviendo al asunto de las exportaciones de bienes colombianos, la verdad es que algo más del 70% del valor corresponde a cuatro productos: petróleo, níquel, carbón, café. El valor de las llamadas exportaciones de alta tecnología nacional no pasa del 2%, según el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.
Al respecto, el último informe del FEM da también valiosas pistas. En uno de los pilares, el de ‘aprestamiento tecnológico’ (technological readiness), presenta dos indicadores que preocupan mucho. Uno se refiere a la ‘disponibilidad de últimas tecnologías’, Colombia está en el puesto 91: mala calificación. El otro  valora la ‘absorción de tecnología a nivel empresarial’: el resultado es mediocre, número 93.
La baja calificación en la educación se relaciona con la baja capacidad de absorción tecnológica, lo cual incide en el ‘contenido de conocimiento’ de nuestras exportaciones. Estamos lejos de ser una economía del conocimiento, en la que la prosperidad y la calidad de vida se sustenten, principalmente, en la calidad de la educación.

Rafael Orduz
Director ejecutivo
Corporación Colombia Digital

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