«La próxima gran disrupción en los negocios es organizativa, no tecnológica». Con esta frase que leí en el libro La Solución Empieza por CO, del autor catalán Alfons Cornella, quiero comenzar este post, puesto que supone un reto para las rígidas estructuras organizacionales del siglo pasado en las que todavía la mayoría de empresas en nuestro país y en América Latina están inmersas. No hace falta un estudio ni un porcentaje para demostrarlo, puesto que basta con llegar a nuestras empresas cada día y comprobarlo.
Llegan nuevos «dioses» para sacralizar y entre ellos por supuesto están los sistemas de gestión de contenido, las APPS y más y más plataformas pagas y «a la medida» que suponen una gran inversión, conectada con la ilusión del cambio organizacional, que a los pocos meses de diluye con la desilusión en dos frentes: No se mejoraron procesos traducidos en efectividad con el ‘dios sacralizado’, y pareciera que la inversión se fue por un hueco profundo.
¿Por qué nos vemos inmersos en estas situaciones repetidas?, ¿por qué creemos que un software, una plataforma específica, o cualquier herramienta va a hacer el trabajo por nosotros? Por tanto la frustración es repetida porque en los informes las áreas encargadas argumentan la generosa inversión en tecnología. Pero la pregunta es ¿de qué sirve una plataforma paga o gratuita en la organización si los empleados no encuentran el sentido de estar en ella?
«Una plataforma sin interacciones y sin personas tiene un valor 0». Imaginemos Facebook sin sus millones de usuarios, ¿qué sería de dicha plataforma? Cuando no existe apropiación, sentido y empoderamiento en el uso de las herramientas, quedan los vacíos, las frustraciones y la pregunta ¿qué hice mal?
Aunque este video nos muestra las visiones instrumentales en cuanto a usos educativos, es aplicable también al universo corporativo. Y así entendemos que más importante que contar con las últimas referencias y dispositivos y nuevas versiones de software, el gran reto es el sentido, la estrategia y la creatividad, traducidos en los usos de las herramientas con las que cuenta la empresa.
Estas sin proyectos mueren. Más que repetir, iniciar, y al iniciar, terminar, pero siempre pensando fuera de la zona de confort. Seguro, cuando intentamos algo nuevo, tendremos la etiqueta del NO, pero si nos centramos en hacer y en creer, con toda certeza creamos nuevos mundos y posibilidades. Estamos rodeados de ideas que se concretaron, por eso en la organización debemos plantearnos : ¿y por qué no? Todos nuestros procesos son susceptibles de mejora. Quien no ha intentado algo nuevo, jamás se equivoca.
Jerarquizar los saberes, excluir y quedarnos con los puntos del ego, solo propician la involución empresarial. Las estructuras organizativas del siglo pasado, hacen mucho mal para actuar en una sociedad en red, hiperconectada. La empresa no debe ser el mundo del pasado y las repeticiones, ni mucho menos el espacio para creer que solo el departamento de innovación tiene la responsabilidad del cambio. El cambio es transversal en la organización y las ideas vienen de todos los niveles. Además la empresa no es, «está siendo».
Recientemente, con la vicepresidencia de Gestión Humana del Grupo Bancolombia, realicé una labor de acompañamiento a 300 personas en más de 30 sesiones bajo el tema «7 Actitudes 2.0 para el trabajo colaborativo». Los empleados de esta vicepresidencia, generaron por equipos 30 proyectos para potenciar el trabajo colaborativo y encontramos un ecosistema de: Lipdups, memes, comunidades generadoras de valor, wikivideos, bancos de recursos digitales, periódicos curadores de contenido y muchas ideas más; que se concretaron y que tienen que ver con pasar del discurso a la acción, confiando en el conocimiento y experiencias que ya tenían los empleados de la compañía.
Propiciar espacios para crear, diseñar para la colaboración y permitirnos estar en el laboratorio ensayando, equivocándonos; encontrando la ruta organizacional para adaptarnos y proyectarnos en entornos globales, actuando desde «casa».
El conocimiento ya lo tenemos, las tecnologías digitales son mediaciones excelentes, pero no debemos olvidar lo esencial: ¡las redes somos las personas!
Antes de pensar en los «últimos gadgets tecnológicos» y en las modas, decidamos qué universo queremos construir, cuál es nuestro discurso organizacional y cómo esto nos permite la apropiación significativa de las herramientas, más allá de las imposiciones que dejan plataformas vacías y sin sentido.
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