Decidimos darle la espalda a los temas trascendentales porque al fin y al cabo serán tendencia solo por un par de días.
¿Alguien recuerda ‘el vestido’? No, ya lo reemplazó un gato y para cuando relea esta columna seguramente habrá una nueva tendencia en la web de la cual todos tendremos algo que decir aunque la olvidaremos, a lo sumo, una semana después.
La señorita que bloqueaba el Transmilenio se convirtió en tendencia en un día gracias a un hashtag que mencionaba su nombre – «qué escándalo, qué vergüenza», seguro decían sus familiares y allegados, «escarnio público» afirmaban los tuiteros –, pero al día siguiente ya solo algunos ‘que llegaron tarde’ la mencionaban, o sea, a nadie le importó ni el escarnio ni la vergüenza (complicado será cuando busque un trabajo y rastreen sus antecedentes en línea, pero eso es otra historia).
Al otro lado del mundo, un norteamericano se convirtió en ídolo chino gracias a que su iPhone robado terminó en un pequeño pueblo del país asiático. El dispositivo seguía enlazado al iCloud del propietario original así que las nuevas fotografías seguían siendo compartidas, las cuales le sirvieron para que vía Twitter recibiera ayuda oriental para identificar al ‘Brother Orange‘. Luego de abrir su cuenta en Weibo, la red de microblogging china, en el primer día alcanzó 50.000 seguidores y cuando viajó a recuperar su aparato fue recibido con ruedas de prensa y fanáticos en el aeropuerto.
15 minutos de fama que ahora son efímeros pero quedarán registrados en la historia de la humanidad gracias a la web.
Somos una sociedad de desinteresados
No vamos a hablar de la capacidad de las redes para viralizar y convertir en tendencia a una persona o un tema, lo que está detrás es más grave y se relaciona con cómo perdemos no solo la memoria sino el interés.
Hace rato no leemos textos completos en línea y nos limitamos a dar un vistazo a los titulares del periódico para sentirnos informados. Bajo el mismo principio, complicado para un aspirante a estrella del Internet mantenerse vigente en un mundo saturado de ‘gags’ y fotos de animales exóticamente tiernos.
Lo cierto es que en un mundo construido sobre datos que crecen exponencialmente es apenas lógico que nuestro cerebro cree filtros para destacar solo aquello que nos parece relevante en un momento y luego echarlo al baúl de los recuerdos vagos.
Pero entonces, ¿qué es lo interesante? No hay una fórmula para saberlo, al punto que el asesinato de 147 niños en Kenia no fue tendencia per sé, sino que logró visibilidad en contraste al tiroteo de Charlie Hebdo.
En la actualidad tiene tanto peso una masacre como saber si el gato sube o baja las escaleras. ¿Será que la heredada discreción para tratar ciertos temas en público pasó de las salas de estar a la web y preferimos que lo superficial llene nuestras cabezas para no tener que pensar en todo aquello que podríamos al menos intentar cambiar?
Directora de Contenidos
Corporación Colombia Digital
Importante hacer este tipo de reflexiones, como espectadores debemos ser muy críticos con todos los contenidos que los medios nos muestran. Y realmente el autor nos está invitando a ser más criticos y responsables, dejar de ser tan volátiles y fugaces como la tendencia de cada noticia
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Una triste verdad. Excelente articulo.
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