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El teletrabajo genera escenarios laborales para el desarrollo social y económico.

Conozco al menos una persona que en lo corrido de este año ha estado en busca de empleo. Haciendo referencia a cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Revista Dinero indica que alrededor de 8 millones de jóvenes entre los 15 y los 24 años buscan trabajo en América Latina; además, estar desempleado es una condición más frecuente en mujeres y jóvenes que en hombres y adultos.

Colombia es el tercer país con la población más numerosa en América Latina y de la cual el 50% es menor de 25 años; además, contamos con una tasa de alfabetización superior al 90%. Según el International Institute for Management Development (IMD), somos el país con la segunda mejor disponibilidad de mano de obra calificada, las mejores relaciones laborales, el mejor índice de flexibilidad laboral y la regulación que menos limita las actividades de negocios en la región. En estas magníficas condiciones, ¿cómo utilizar las tecnologías de la información y las comunicaciones para favorecer la generación de empleo en nuestro país y en la región?

Evidentemente, se trata de una pregunta que tiene muchas posibles respuestas; no obstante, pocas tienen un componente tan innovador, de actualidad y prometedor como el teletrabajo.

La definición de este concepto es ya de dominio general, a ella se han venido uniendo otros términos afines como trabajo deslocalizado, plasticidad laboral, trabajo virtual autónomo, trabajo flexible, etc. Estrictamente hablando ninguna es igual a la otra. Los puristas del tema preferirían definir milimétricamente los límites entre un concepto y otro, pero para efectos prácticos estas líneas se concentran en el concepto amplio de teletrabajo como una posibilidad, como una postura, casi como una manera de redefinir una relación laboral.

Así, usar las TIC para favorecer la presencia virtual sobre la presencia física, sin que esto suponga un detrimento de la calidad de los resultados ni en las dinámicas de interacción en una relación laboral, es eso precisamente: teletrabajar.

Gracias a las TIC la proximidad se redefine. La distancia física entre regiones, organizaciones o personas, se reduce en proporción a su cercanía virtual.

Como refería en la columna ‘Las TIC como agentes de cambio y de inclusión social’ un joven, cabeza de familia, emprendedor, que encuentra oportunidades para seguir su vocación y acceder a oportunidades laborales en el ecosistema digital, es resultado exitoso de la apropiación de TIC, posible cuando las organizaciones cuentan con modelos para que a través de la tecnología las relaciones laboral se fortalezcan, los resultados sea hagan más eficientes y la construcción de valores como la confianza se conviertan en fundamentales en el trabajo entre colegas, empleados y supervisores.

La oferta de mano de obra calificada de nuestro país, considerada un privilegio, debe cumplir con su responsabilidad de promover la ruptura de paradigmas en las relaciones laborales. Esto, mediante la redefinición de esquemas de uso de las TIC que sean favorables a las organizaciones y a los individuos.

Así las cosas, algunos de los beneficios obvios del teletrabajo seguirán siendo el mejoramiento de la calidad de vida para los individuos, la reducción de costos de infraestructura para las organizaciones, las mejoras de movilidad en ciudades inteligentes y sostenibles.

Sin embargo, lo superficial no será capaz de distraer nuestra atención de los beneficios menos obvios y realmente extraordinarios: trabajadores con cultura de autonomía, orientación al cumplimiento de metas y a la autosuperación; organizaciones en las que los valores, las relaciones interpersonales y el trabajo en equipo construyen más rentabilidad que los simples productos; ciudades en las que las que desaparece la intolerancia producida por la desesperación del trancón y aumentan los incentivos tributarios por promover la descongestión, la producción sostenible, el menor consumo de energía, etc.

Actuando en lo menos obvio, en lo más profundo, en lo más impactante, apropiando la tecnología en la sociedad, las organizaciones y el gobierno, contribuimos a la construcción de nuestra Colombia Digital.

Luis Enrique Mejía

Director de Proyectos

Corporación Colombia Digital

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