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Aunque suene increíble, a sus 86 años, el Señor Fernando Uribe Escobar, mi abuelo, está más interesado en aprovechar la tecnología de lo que estoy yo a mis 29. Al eminente personaje, nacido en 1922 le ha tocado presencia miles de avances tecnológicos que a diferencia de muchos otros, los ha visto como una gran oportunidad para facilitarle la vida a las persona, por ejemplo, pasó de enviar telegramas de una ciudad a otra, demorando hasta un mes en comunicarse, a hablar casi a diario con su hija de Miami o comunicarse por internet a costos mínimos y en tiempo real.

Con orgullo, pero en realidad más con envidia, debo confesar  que mi abuelo habla por Blackberry cuando yo tengo el celular básico con linterna de Nokia;  tiene Ipod de gran capacidad, el cual yo no tengo ni el interés en conseguir y compró cámara digital antes que yo, que hasta hace poco aún usaba la de rollo.
Permanentemente está buscando nuevos avances que le permitan en una Junta Directiva estar  a la altura de los demás jóvenes ejecutivos, que le permitan intercambiar ideas con uno de sus nietos de 19 años sobre el manejo de una cámara digital y las increíbles posibilidades que ofrece al poder, en un instante, guardar registro de uno a uno sus hijos, nietos y bisnietos, aún cuando no sepa como bajar las fotos al computador. Pero esto no es problema porque no duda en  contratar un joven que le dé clases de computadores, en su equipo de última generación.
Analizar esta situación me llena de orgullo inmenso, pues el viejo tiene una visión diferente de la vida, en la que tiene una preocupación básica de aprovechar al máximo las posibilidades inmensas que las nuevas tecnologías le ofrecen y poder romper así brechas generacionales, paradigmas de aprendizaje, que a otros personajes de su misma edad ni siquiera se les presenta como una preocupación.
Mi abuelo es un referente para replantear el uso y apropiación que nosotros los de mi generación, hacemos de las nuevas TIC, o para evaluar nuestra posición hacia el cambio que, por ejemplo, exige el Windows Vista, frente a versiones anteriores.

El tiene una preocupación básica que es la de no ser  obsoleto ante los nuevos retos y opciones que ofrece este mundo que va a mil  y valora inmensamente la evolución positiva que significa el poder agilizar y facilitar la vida. Cabe anotar que el dominio de estas herramientas no es siempre total, pero él siente que así su cabeza y espíritu siempre están atentos y despiertos y que la conexión con el mundo ágil y cambiante, nunca se va a acabar.
Mi abuelo es para mí,  un punto de referencia para la educación de mi hija, que a sus escasos dos años ni siquiera se imagina que existió algún día una cámara de fotos que no permite ver la imagen antes  de imprimir, que ve esto como algo normal en su vida cuando para nosotros es una novedad.

Por: Ana Mejía Uribe
anamejia@colombiadigital.net

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