Yo sé que las personas quieren ayudar a los demás, pero antes de hacerlo pregunten si esa persona desea ese favor.
Muchas veces creemos que si ayudamos a alguien de una u otra manera esto será bueno para esa persona, pero la verdad es que en la mayoría de los casos no es así. Un ejemplo muy simple y cotidiano es cuando en un acto de proactividad alguien decide arreglar muestro escritorio o armario, causando que las cosas se vean mejor pero generando un desorden enorme en nuestras vidas.
Comprendo que el tema puede sonar superficial pero es completamente escabroso, porque tiene que ver con las concepciones y definiciones del mundo y de la felicidad que cada uno tiene, y sin duda con un exceso de ego y de vanidad, donde prima el efecto “yo haría las cosas así” o bien “es mejor así”, y esto sin duda no es igual para todos. Un claro ejemplo de esto es cuando alguien cercano a la familia decide que tu hijo no debe tomar gaseosa porque eso es malo y que lo mejor es que tome jugo de tomate, pero nunca te pregunto por qué tu hijo estaba tomando gaseosa, o peor, porque tú le das gaseosa. Sin duda la intención es buena bajo el paradigma de dar lo mejor, pero pasa por encima de muchas cosas fundamentales de una familia.
Igualmente ocurre en política pública: hoy el alcalde de Bogotá quiere reducirnos las tarifas de servicio de aseo porque cree que es lo correcto, pero al final este favor no solo será insignificante sino que traerá consecuencias inesperadas.
Personalmente he aprendido que se debe ayudar a la gente bajo la premisa de nunca esperar su agradecimiento, pero también he aprendido que se debe ayudar a las personas que piden los favores y no hacerlos sin que se los pidan, porque casi siempre causa problemas, debido a que cada persona tiene una solución diferente en una misma situación, y esto causa que las relaciones entre las personas se tensionen, porque el “beneficiado” del favor no le queda otra opción que decir gracias, ya que la buena voluntad de la otra persona evita que el beneficiado pueda quejarse por el hecho.
Mil veces me han pasado ambas cosas: ayudo y me ayudan sin que fuera acordado, en casi todos los casos las cosas salen mal, por la simple razón que cada persona es diferente, percibe distinto y actúa de manera particular. Entonces, respetemos a los demás y seamos más humildes: no somos la única solución de los problemas de los demás.
@consumiendo
gracis camilo por su reflexión yo personalmente no acepto que nadie toque mis cosas y no cojo lo de los demas, al final que cada quien haga con su c……u……..l…….o lo que le venga en gana
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Ya hay un favorito para un eventual concurso de «El bloguero más cansón de El Tiempo». . .
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muy comun entre la familia y entorno familiar, de verdad reincomodissimo la gente lambona.
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Favores no pedidos hasta se aceptan pero bienes y servicios que no se piden, no se necesitan, ni se quieren, a toda hora ofrecen por diferentes medios y no hay con qué pagar.
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La idea central de esta columna es cierta y real, no se debe dar ayuda a quien no la ha pedido. Pero los ejemplos que la «sustentan» no son los adecuados, pues en el caso del alcalde (un servidor público), la ayuda a su pueblo es su misión y sí le fue solicitada cuando se le eligió por voto popular, pues en la teoría elegimos a alguien para que nos ayude a vivir mejor, no para que nos destruya.
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