He de confesar que al publicar en este blog el post anterior titulado ¿Y si los usuarios le hacemos paro a los taxistas?, que para Lorena, Félix y Ómar fue inspiración de la idea de hacer un “Día sin taxi” el 17 de marzo, no tenía la intención de invitar a un paro en el sentido más literal de cesar actividades en una fecha concreta y dejar todos los taxis de la ciudad parqueados por falta de usuarios en un día. Se trataba más bien, de usar la misma palabra con la que amenazaba el gremio taxista en su momento y que luego desistió, para hacer lo que realmente los usuarios tenemos en nuestras manos: limitar todo lo posible el uso de taxis. Aún así, estas personas comprometidas que mencioné se dieron efectivamente a la loable tarea de concretar la idea y estipular una fecha concreta para hacerlo, además de difundirlo en los medios de comunicación, lo cual nos dio a los usuarios por primera vez una voz más o menos unificada en estas discusiones en las que siempre estábamos ausentes.
Si el balance de la jornada se trata de medir si todos los taxis en ese día iban desocupados porque ningún usuario tomaría el servicio, probablemente esta fue una iniciativa más de esas que se quedan en un trending topic en Twitter y muchos entusiastas de Facebook, pero a todas luces sería tonto pensar que nadie tomaría un taxi en una ciudad caótica y sin buen transporte público, como Bogotá. De hecho creo que nadie era tan optimista para esperar algo así. Al final, medir el impacto, en términos económicos y de usuarios que se sumaron efectivamente, puede ser algo difícil al no contar con cifras concretas y comparadas con otros días.
Sin embargo, aunque siempre supe que el Día sin taxi no cambiaría un modelo de transporte que lleva muchos años funcionando de la misma forma, con grandes intereses detrás y con el silencio o hasta miedo de los gobiernos, por primera vez vi en la mayoría de medios de comunicación una voz ciudadana concreta que puso el tema sobre la mesa e incorporó a los usuarios en una discusión que hasta hace poco sólo era entre los dueños del transporte y un gobierno que al final no termina representando a los ciudadanos, y la muestra del olvido en el que está el usuario es el precario servicio de transporte que tenemos y que difícilmente cambie si los mismos ciudadanos no cambiamos nuestra propia actitud frente a los servicios que usamos, así sean malos, y a los gobernantes que elegimos, así no nos representen.
No sé hasta qué punto las promesas del gremio de taxistas hayan empezado a ser efectivas con relación a su “nuevo compromiso” por un mejor servicio, cobros justos y un trato amable, aunque lo que sí creo es que las constantes quejas ciudadanas amplificadas por los medios tienen que ver en esas «nuevas promesas». Habrá que ver si los muchos taxímetros adulterados ya están desmontados, sí los energúmenos que van cerrando a los demás carros empezaron a hacer yoga y ahora son ejemplares en las calles, habrá que contar también cuántos usuarios han sido beneficiados por sus prometidas carreras gratis, habrá que mirar si desde este fin de semana dejan de establecer tarifas a su gusto en la zona rosa, etc. Amanecerá y veremos…
Como lo comentaba en el post anterior los taxistas están muy organizados y tienen sus objetivos claros (a veces por las buenas o incluso por las malas, como ya lo hemos visto) y en eso nos llevan años y años de ventaja a los usuarios y varios gobiernos sometidos, pero aún así, en sólo 4 días, los ciudadanos emitimos una voz, probablemente tímida en principio, pero necesaria para vislumbrar hasta qué punto la insatisfacción nos podría llegar a movilizar. Y en Colombia, un país donde nos domina la corrupción, la violencia, el hambre y la muerte la palabra “movilizar” no hace parte de nuestro diccionario, entonces ¿por qué esperar que de un día para otro una manifestación ciudadana sea multitudinaria y nos tracemos un objetivo común, así sea por pura solidaridad?
Y es entonces como retomo la invitación a un “paro” de usuarios de taxi, entendiendo “paro” como la motivación consciente de cada persona por dejar de pagar por un mal servicio que, más allá de hacerlo simbólicamente en una fecha concreta con hashtags y enventos en redes sociales, seguramente será más contundente si se asume como algo constante y sin fecha de caducidad, al menos hasta que no haya un cambio evidente en la prestación de un servicio muy cuestionable hasta hoy. O por lo menos dándole trabajo abundante a esos taxistas que cumplen legalmente con su trabajo, con cobros justos y con un buen servicio, y que no están en plan de someter a una ciudad completa para que tenga que usar su servicio por obligación.
El día sin taxi funcionará en la medida en que sea todos los días. Será efectivo si somos conscientes de que algo no está bien con este servicio, independientemente de no seamos nosotros las víctimas, y que deberíamos propender entre todos para que cambie, porque hoy son unos los maltratados por ciertos taxistas, pero mañana podemos ser nosotros y entonces es ahí cuando esperaremos la solidaridad de todos para que nadie vuelva a sufrir maltratos por parte de un gremio “protegido” por el gobierno y que promueve sus manifestaciones con términos como «ustedes no saben quiénes somos nosotros» o «Bogotá es objetivo militar». No sobra recordar también que en octubre habrá elecciones y, al menos la capital, los ciudadanos deberíamos ver qué candidato puede representar nuestros intereses o cuál está en una cacería de votos de gremios poderosos, como los que ya conocemos.
Por mi parte, en la medida de lo posible, seguiré en paro indefinido…
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– «Diomedizarse» y «Miss Tanguita», el entretenimiento de hoy
Yo también seguire en paro indefinido hasta que necesite un amarillo!
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Suenan como medidas desesperadas de los usuarios, cuando a veces los usuarios somos quienes hacemos desorden!
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