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El grave conflicto que se ha agudizado en los últimos meses en el Cauca ha llegado a ser catalogado por medios de comunicación como estado de guerra, en donde la guerrilla narcoterrorista de las FARC pretende amedrentar a la población y tomarse aquellos territorios donde abundan, por ejemplo, los cultivos de coca, en busca de sostener a través del narcotráfico sus ataques y sobrevivir a costa de lo que sea en la selva para intentar luchar a la par con el Ejercito Nacional.

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La población debe comprender que la guerra no puede utilizarse como instrumento político para intentar debilitar el Estado, como lo pretenden hacer los indígenas obligando al Ejército a desalojar sus territorios ancestrales, sin desconocer que la población vulnerada, como los niños y mujeres, son los que sufren el rigor de la guerra directamente, pero lo racional sería que los narcoguerrilleros fueran los primeros en ser expulsados por los indígenas para que ellos sientan el rechazo del pueblo y no su consentimiento. 

Las extremas corrientes políticas del país, tanto de derecha como de izquierda han venido buscando desestabilizar al gobierno, aduciendo por un lado que el presidente Santos no quiere negociar y entrar en un proceso de paz, y por el otro lado, nos quieren meter el cuento, en busca de retomas de poder y un presunto «golpe de estado democrático» en las próximas elecciones, de que la guerrilla se está tomando el país, que es lo que verdaderamente pretenden personajes como Álvaro Uribe Vélez, Fernando Londoño, José Obdulio Gaviria, entre muchos otros, que pretendieron en su momento que el gobierno Santos continuara con una política de seguridad democrática, llena de escándalos de corrupción, rompimiento de separación de poderes y perdida de institucionalidad, en 8 años en los que poco o casi nada se avanzó en salud, educación, infraestructura, cultura, empleo, entre otros tópicos, que son la consecuencia directa, no solo del pasado gobierno, sino de todos los anteriores, de lo que hoy es la crisis en salud, la pésima educación en colegios y universidades, la falta de cultura de una nación corrompida por la ignorancia y el tributo a esa clase mafiosa, ladrona y violenta que se ha tomado las principales esferas de poder del país, y ni hablar de aspectos como empleo y pobreza, en donde la mendicidad, indigencia y el subempleo abundan o aspectos como la infraestructura, donde cabe afirmar el lamentable estado de muchas vías del país, no solo principales, sino alternas, y es ahí donde cabe preguntarse: ¿donde están los impuestos recaudados en los peajes?, porque se supone que ese dinero debería ser para mantenimiento de las vías o, seguro, para pagar unos cuantos favores políticos.

Volviendo al tema de la seguridad, ahora que no nos vengan a decir que los ataques en el Cauca son nuevos y que en el gobierno Uribe, la seguridad estaba muy controlada, porque eso es mentira y se estaría engañando al pueblo, porque en aquella época de 2002 a 2010 se presentaron muchos ataques contra municipios de Santander, Cauca, La Guajira, Nariño, entre otros, al punto de que en el año 2008 hubo una masiva movilización de los indígenas por la vía panamericana para rechazar el actuar del gobierno y manifestarse en contra de los ataques guerrilleros.

Es claro, que el gobierno no debe ceder ni un paso, ni quedarse de brazos cruzados mientras los grupos indígenas son infiltrados por guerrilleros que de manera coercitiva, violenta e indigna desplazan a los militares de la región, porque está claro, que la obligación del Estado, según la Constitución Política, según articulo 2 es «… defender la independencia nacional, mantener la integridad territorial y asegurar la convivencia pacifica y la vigencia de un orden justo».

El pueblo colombiano espera que así como los indígenas prometieron desplazar al ejercito, lo hagan con los guerrilleros, porque de lo contrario estaremos evocados ante una zona de distensión, recordando viejos tiempos como los del Caguán.

Finalmente, es importante el respaldo que se le debe brindar a las fuerzas militares en todo momento, porque a pesar de las irregularidades, falsos positivos, y demás problemas que se puedan presentar de por medio en la fuerza publica, son inmensa mayoría los soldados que ponen todos los días en riesgo sus vidas para proteger y blindar a la nación de los ataques del enemigo, que como la extrema izquierda, dirigida por grupos armados ilegales como las FARC y el ELN, y la extrema derecha dirigida por aquel mesías, cuyo nombre no quisiera recordar, al igual que sus secuaces, que de un día para otros dieron un giro en U y armaron rancho aparte, son estos, justamente, los que no quieren la paz y para los cuales la guerra se ha convertido en un verdadero juego y trampolín político como instrumento de manipulación de masas.

¿Y LOS INDÍGENAS AL FIN DE CUENTAS, ESTÁN CON LA FUERZA PUBLICA O CON LA GUERRILLA?

RECHAZO MASIVO A LA EXTREMA DERECHA Y EXTREMA IZQUIERDA, PARA LOS CUALES LA GUERRA ES UN NEGOCIO E INSTRUMENTO DE MANIPULACION DE MASAS.


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