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De pasar a ser un chiste y objeto burlesco de farándula, se ha convertido en una amenaza real para los Estados Unidos y gran parte del mundo. Estas elecciones ratifican el sentir general de muchas personas alrededor del mundo que se cansaron del discurso de inclusión, inmigración para el progreso y la paz mundial,  derechos humanos, respeto por las minorías y reivindicación del papel de la mujer.

Así como aquel 11 de septiembre de 2001, este 9 de noviembre de 2016 estalló en llamas el orden mundial, y no porque estemos ad portas de una guerra mundial o un cataclismo global, sino porque millones de estadounidenses le dieron validez y soporte total al discurso racista, arrogante, homofóbico, “islamofóbico”, “latinofóbico”, reivindicando tiempos oscuros del pasado norteamericano y, quizás, de un presente latente oculto.

Según datos del Consorcio Edison Research Election Pool conformado por CNN, FOX news, ABC news, entre otros, los electores del nuevo presidente fueron el 58% blancos, el 53% mayores de 45 años, el 62% del área rural, 81% conservadores, 90% quienes desaprueban el gobierno Obama, 84% que consideran necesario la deportación a inmigrantes, así como un 65% que piensan que los extranjeros les roban los trabajos y alrededor del 90% que creen  que Trump tiene el temperamento para gobernar el país.

Lo anterior, demuestra un rechazo de un gran número de ciudadanos frente al actual gobierno, que decidió lanzarse al ruedo por la campaña de Hillary Clinton las semanas finales, lo que quizás terminó de una u otra manera afectándola, porque en últimas el escándalo de los correos electrónicos no fue influencia sensible para los votantes, así como el sin número de problemas de diversa índole del candidato republicano.

Igualmente, como bien opina el catedrático y filósofo, Mauricio Montoya buscando castigar al sistema y la globalización económica, los americanos optaron por un multimillonario que representa la elite más rancia de su país, uno que ha quebrado económicamente en varias ocasiones, lesionando a la clase obrera, y cuyo discurso mezcló dosis de populismo y fascismo” y satíricamente, ante el apoyo recurrente del uso de armas por parte del nuevo presidente, expresa que “más armas para los gringos… ojalá que alguno la dispare de manera acertada” haciendo incluso mención a Herbert Marcuse que hablaba de la tolerancia represiva.

Es un castigo a la elite política tradicional y a los medios de comunicación que al igual que en el Brexit en Inglaterra y el Plebiscito en Colombia sucumbieron a través de las encuestas y su poder editorial y no lograron compaginar con el sentir social.

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Por su parte, la derrota de Clinton fue sentenciada en Estados claves como Florida, Iowa, Carolina del Norte, Ohio y Pensilvania, y como si fuera poco se quedó sin los votos electorales de Michigan y Wisconsin, que en las encuestas daban al partido democrático como ganador, una derrota muy ajustada en la mayoría de estos, por el 1% o 2%.

Y aunque Trump se ha convertido en el presidente # 45 de los Estados Unidos, los votos populares le dieron la victoria a Hillary Clinton con 59.814.018 contra 59.611.678, así como en aquellas elecciones del año 2000 cuando Al Gore obtuvo 48.38% de los votos contra el 47.87% de George Bush, aunque los votos electorales le dieron la victoria a este último por tan solo 5 de ellos de diferencia.

Los dilemas del sistema político de un imperio hecho pedazos en medio de la polarización y la incertidumbre, que se proclama como la mejor democracia del mundo pero que no es más que una falacia discursiva que a través de los años se reparte el poder entre demócratas y republicanos al mejor estilo del frente nacional en Colombia, en un país, donde hay 45% aproximadamente de abstención y donde la democracia no funciona de manera directa; una muestra de la desconexión total de la elite política tradicional, no solo allí, sino en gran parte del continente y del mundo.

No es el principio del fin del mundo, ni tampoco, quizás, la puerta de entrada a una tercera guerra mundial, pero si habrá que analizar muy de cerca los acercamientos peligrosos del multimillonario con el tirano ruso, Vladimir Putin, y los primeros movimientos en materia migratoria, económica, social y diplomática de su gobierno después del 20 de enero cuando se posesione.

No solo el partido republicano ganó la Casa Blanca, sino también, la mayoría del senado con 51 miembros y en la Cámara con 239, igualmente, Trump elegirá varios magistrados de la Corte Suprema, reto mayúsculo para el sistema judicial – legislativo – ejecutivo norteamericano, para mirar hasta que punto el equilibrio de poderes o de pesos y contrapesos funciona, y hasta donde puede llegar el freno a los caprichos de Trump por parte de los miembros de su mismo partido.

Como bien lo dijo Mauricio Silva G., “El mundo vota con y por el miedo a los inmigrantes, a los diferentes, a las minorías, a la repartición del capital… el 2016 el año en que se jodió todo: el triunfo de los vulgares, los matones y los mentirosos, todo con el favor de los indolentes”.

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